Del libro:”En el Corazón de Cristo”, de Luis María Mendizábal, S. J.
Puede definirse así un amor que desea consolar a Cristo ofendido por tantos pecados, a fin de que él, desviando la mirada de nuestras faltas y de la de los demás, mire solamente nuestro amor y nuestra buenas acciones . Esta reparación afectiva puede impregnar toda nuestra vida, la fidelidad a los mandamientos, a los deberes propios, a la oración.
La misma consagración, comprendida en el sentido de satisfacción de los pecados pasados, es ya reparación afectiva.
Por este intención todas las acciones, aun las más ordinarias de nuestra vida, estarán inspiradas por el amor, y en consecuencia serán más perfectas y de mayor consuelo … para Cristo; será más eficaces para merecer gracias. Serán, además, un incentivo psicológico para nuestra perfección.
Un negro deseaba ser sacerdote, pero el misionero no lo podía admitir en el seminario, porque no había fondos y el negro no tenía dinero para mantenerse durante sus estudios.
El negro, entonces dejó la misión de improviso, dirigiéndose hacia el sur. Al año siguiente se presentó de nuevo al misionero Y, lleno de gozo, mostrándole cierta cantidad de monedas de oro, le dijo : “ el trabajó en la mina ha sido duro, pero ahora tengo el dinero. ¿puedo entrar en el seminario?”
“ Ciertamente “ –Le respondió el Padre, admirado de su heroísmo.
Tres meses después en negro debía dejar el seminario. El trabajo en la mina había sido excesivo. Las tuberculosis estaba destruyendo el pecho del héroe.
El enfermo llamo el misionero, le dio todo su dinero, diciendo: “ yo no puedo ya ser sacerdote, pero si algún otro que lo desee no poseyese los medios , aquí tiene el dinero para él”.
Después volvió la mina para ganar la pensión a otro seminarista pobre.
Cuando sentía acercarse la muerte, su oración era ésta: “¡Señor, espera aún un mes y tendrás otro sacerdote!”
Con semejante delicadeza de amor debemos entregarnos a la reparación. Si nosotros hemos perdido nuestra inocencia, podemos, como compensación afectiva, dirigir todos nuestros esfuerzos a qué otra alma la conserva intacta.
Todo lo podemos dirigida este fin. Esta reparación afectiva abrirá, en efecto, nuestro corazón al más delicado y generoso servicio del Señor.
Pero, de modo especial, en reparación afectiva son la Oración, la Comunión y la Santa Misa.
La reparación afectiva consiste en amar a Cristo afligido por tantos ultrajes y es natural que para eso sirva perfectamente cuando ha sido instituido precisamente para fomentar en nosotros el amor. La Oración que repara es la oración afectiva por medio de actos de fe, esperanza, amor, etc …
El oración descrita por San Juan de la Cruz:”Un olvido de lo criado; memoria del Criador; atención a lo anterior; y estarse amando al Amado”. Y recordaremos que “un acto de amor puro vela mas por la iglesia, que las acciones externas de todos los predicadores …” (San Juan de la Cruz).
La Comunión es el sacramento del amor. Es Cristo que desea unirse a nosotros y fortalecernos.
Cristo, olvidado en su sacramento de amor, debe ser el motivo que nos induzca a fervorosas Comuniones para unirnos más a El. Por esto la comunión reparadora tiene un lugar tan importante en los principios de la devoción al Corazón de Jesús.
Otro aspecto de la reparación afectiva es la ofrenda al Padre, de las virtudes del Corazón de Cristo contrarias a los pecados que se quieren reparar. No olvidemos que Cristo nos ha sido dado como un tesoro; podemos disponer siempre de El al dirigirnos al Padre.
Cuando sentimos que nuestro amor es demasiado frío, que nuestra pureza está desgraciadamente manchada para que sea una grata reparación, no temamos ofrecer en compensación el amor y la pureza del Corazón Sagrado. La mejor manera, pues, de efectuar esta ofrenda es precisamente la Santa Misa, en cuanto es una ofrenda afectiva de la Sagrada Víctima.