El Sagrado Corazón es un abismo infinito
“De ordinario, dice Santa Margarita, me encontraba en este amable Corazón como en un abismo. ¡Sí, el Sagrado Corazón de mi Dios es un abismo!; abismo incomprensible, abismo impenetrable, abismo sin fondo, donde es necesario perdernos para no gustar ya mas de las cosas de la tierra.
El Sagrado Corazón de Jesús es el abismo de amor, donde tenemos que abismar todo el amor propio que hay en nosotros, con todas sus siniestras manifestaciones, que son los respetos humanos y los deseos de contentarnos.
Si estamos en un abismo de privaciones y de desolaciones, entremos en este divino Corazón; es todo nuestro consuelo; en Él es menester perdernos, sin desear sentir satisfacción.
Si nos encontramos en un abismo de resistencia y oposición a la voluntad de Dios, tenemos que abismarnos en ese abismo de sumisión y conformidad con la voluntad divina del Sagrado Corazón de nuestro Señor; Aquí perderemos toda nuestra resistencias, para revestir nos de esa dichosa conformidad en todas sus disposiciones respecto a nosotros.
Si nos encontramos en un abismo de sequedad y de impotencia, vayamos abismarnos en el amable Corazón de Jesús.
Si nos hallamos en un abismo de pobreza y desnudos de nosotros mismos, vayamos abismarnos en el Sagrado Corazón y Él nos enriquecerá.
Si nos encontramos en un abismo de debilidad, en que caemos a cada momento, vayamos abismarnos en la fortaleza del Sagrado Corazón, que nos fortalecerá y nos librará de este trabajo.
Si estamos en un abismo de miserias, vayamos a abismarnos en este Corazón adorable que está lleno de misericordia.
Si nos encontramos en un abismo de orgullo y de vana estima de nosotros mismos, abismémoslo en la humildad del Sagrado Corazón.
Si nos vemos en un abismo de ignorancia, vayamos abismarnos en el amable Corazón de Jesús, donde aprenderemos a amarle y a hacer lo que desea de nosotros.
Si nos miramos en un abismo de infidelidades e inconstancia, vayamos abismarnos en la firmeza y estabilidad del Sagrado Corazón.
Si nos hallamos en un abismo de indigencia, vayamos a abismarla en el Sagrado Corazón, abismo de toda suerte de abundancia y de bienes.
Si estamos en un abismo de ingratitud, a pesar de los grandes bienes que hemos recibido de Dios, vayamos abismarnos en el divino Corazón Que el manantial de agradecimiento, del que nos llenará sí se lo rogamos.
Si vemos en nosotros un abismo de precipitación y de cólera, vayamos a abismarnos en la dulzura del amable Corazón de Jesús, a fin de volvernos dulces y humildes.
Si nos encontramos en un abismo de distracciones, vayamos a hundir las en el abismo de tranquilidad del Sagrado Corazón, quién nos dará infaliblemente la victoria.
Si combatimos generosamente, podremos abismarnos en Él como en un abismo de pureza y de consuelo, para purificar nuestras intenciones y consumar nuestros deseos y pretensiones, y (revestirnos de sus intenciones, deseos y pretensiones )
Sin nos encontramos en un abismo de tinieblas, Él nos llenará de su luz, a la cual nos hemos de dejar conducir como ciegos.
Cuando nos hallemos sumergidos en un abismo de tristeza, vayamos á abismarla en la divina alegría del Sagrado Corazón, donde encontraremos un tesoro que disipará todas nuestras tristezas y aflicciones de espíritu.
Cuando nos hallemos en turbación e inquietud, vayamos abismarnos en la paz de este corazón adorable que nadie nos podrá quitar.
Abismémonos a menudo en la caridad de este amable Corazón, a fin de que no hagamos nada al prójimo que hiera, por poco que sea, a esta virtud: no hagamos a otro sino lo que quisiéramos que se nos hiciera a nosotros.
Cuando nos hallemos en un abismo de amargura y padecimientos, abismémonos en el Sagrado Corazón de Jesús; allí encontraremos un tesoro de alegría que nos hará sumisos a todo lo que Él quiera y haga. Permanezcamos siempre silencio sin quejarnos.
Sí nos encontramos en un abismo de temor, abismémonos en el de la confianza del Sagrado Corazón y aquí haremos que ceda el temor al amor.
Si nos sentimos en el abismo del disgusto y descontento, abismémonos en el Sagrado Corazón para perdernos allí y no tener más placer que en Él solo.
Sí, este corazón es un abismo de toda clase de bienes, donde los pobres deben abismar sus necesidades; un abismo de alegría donde tenemos que abismar todas nuestras tristezas; un abismo de misericordia para los miserables, y un abismo de amor para todas nuestras miserias. Amén.”
Del libro “Reinado del Sagrado Corazón”