Del libro El Reinado del Corazón de Jesús (tomo3), escrito por un P. Oblato de María Inmaculada, Capellán de Montmartre. Publicado en Francia en 1897 y traducído por primera vez al Español en 1910.
El Sagrado Corazón quiere que sus apóstoles sean santos.
Queriendo el Corazón de Jesús hacer de sus apóstoles su legión privilegiada, les dice cómo a los discípulos de su Evangelio:
No os basta tener el nombre y las virtudes que exijo a mi siervos, sino que es preciso seáis por vuestra perfección y celo dignos de ser llamados mis amigos.
Santa Margarita María tuvo encargo de decir esto a su hermano, párroco de Bois-Sante-Maríe, de quien quería hacer un apóstol del Sagrado Corazón.
Nuestro Señor hace esta petición a todos aquellos que desean ser apóstoles de su divino Corazón, sobre todo a los sacerdotes y a las personas consagradas a Dios: “Mi Corazón tiene tanta ternura hacia vosotros, que quiere que os hagáis santos, porque tiene muchos favores que haceros y a otras personas también por vuestro medio.”
Si queremos ser admitidos en el número de los verdaderos apóstoles del Corazón de Jesús, esforcémonos ante todo en ser sus amigos, es decir, Santos. Aprovechémonos para ello de las luces y gracias que nos conceda y tratemos abusar de ellas como por qué nada hay más grande y deseable que ser llamado al apostolado del Sagrado Corazón.
Pensar en esto muchas veces, dice la Santa ; no se debe recibir en vano la gracia, puesto que es sumamente terrible caer en las manos de un Dios vivo, cuanto es dulce echarse ahora en los brazos o, mejor dicho, sobre el Corazón de un Dios, muriendo por amor nuestro, el cual sólo busca darnos parte de sus misericordias. Si oímos hoy la voz del Señor no endurezcamos nuestros corazones. No dilatemos ni un momento en dar el paso a la gracia.
En qué consiste la santidad que el Sagrado Corazón exige de sus apóstoles.
La Santa da cada apóstol del Sagrado Corazón el consejo que daba a su hermano: “Nuestro Señor no se contentará con que tengas una virtud de diana, porque la perfección que pide de ti no es pequeña.”
¿En qué consiste esta perfección?
La Sierva de Dios la comprendía en tres palabras: huir de todo pecado, vivir en absoluto desprendimiento de todas las criaturas y hacer del amor del Corazón de Jesús la única regla de vida.
Los que quieren llegar a ser apóstoles del divino Corazón hagan suyos los consejos siguientes escritos por la Santa, en especial para su hermano:
1 Ante todo, guarda tu alma limpia de todo pecado, huyendo de las conversaciones peligrosas y otras faltas. Acuérdate de que nuestro Señor quiere de ti una vida ejemplar, que sea pura y del todo angélica.
2 Además, para ser santo, es preciso practicar el desprendimiento, evitando principalmente tres cosas:
El apego a las cosas terrenas, sobre todo del amor sensual del placer de los sentidos, en que está comprendido el juego. Por consiguiente, no seas interesado, sino guarda tu corazón libre de las cosas de la tierra en cuanto puedas
Cercenar toda superfluidad en los vestidos y de todo lo que concierne a tu persona y practica la caridad con los pobres.
Mézclate, cuánto debas, en las cosas del mundo lo menos posible.
3 El sagrado Corazón de nuestro Señor Jesucristo quiere que después de quitar estos grandes obstáculos para la santidad, te entregues del todo a Él por él más puro y ardiente amor. Quiere que sólo mires a Dios en todo lo que hagas y le busques con sencillez, pureza y humildad de corazón, no queriendo mas agradarle, atribuyéndole la gloria de todo, sin cuidar de adquirir estima y reputación entre las criaturas. No ha de haber respeto humano cuando se trate de la gloria de Dios.