San Juan Pablo II, Angelus del Domingo 15 de junio de 1986
Mediante esta plegaria perseveramos ―de generación en generación― en una unión ininterrumpida con el Cenáculo, donde Cristo Resucitado «exhaló» sobre los Apóstoles y dijo: «Recibid el Espíritu Santo».
Mediante esta plegaria, a partir del día de Pentecostés, la Iglesia «toma» el Espíritu Santo de Cristo crucificado y resucitado. Lo «toma» por así decirlo de este Corazón, en que «habita toda la plenitud» del Espíritu Santo para todas las generaciones de la humanidad, para todo hombre.
Con esta plenitud del Espíritu Santo, Cristo ha venido al mundo, se ha revelado a sus contemporáneos. Con esta plenitud permanece, glorificado, a la derecha del Padre: Él, soberano y centro de todos los corazones.
Proclamemos en el mes de junio las palabras de las letanías: Corazón de Jesús, en quien habita toda la plenitud de la divinidad… Corazón de Jesús, de cuya plenitud todos hemos recibido…
Nos unimos en esta oración con María, que conoce mejor que nadie esta «plenitud» y sabe tomar de ella más plenamente.