Gabriel María Verd, S.J, Meditaciones sobre la oración rítmica “Corazón de Cristo“
Traspásame, Señor, con la lanza de tu amor infinito. Quiero tenerte como un sello sobre mi corazón, como un sello sobre mi brazo. Pues tu amor es fuerte como la muerte, y tu pasión, implacable como el infierno, tú saetas son saetas de fuego, y tú llamas, de dimensiones divinas. Las aguas torrenciales no podrán apagar tu amor, ni a negarlo los ríos (Cant 8,6-7).
Traspásame, Señor, con tu amor eterno, pues con un amor eterno me has amado (Jer 31,3) y con un amor eterno te he de corresponder.
Traspásame, Señor, con tu amor sufriente, pues quiero amarte de tal manera que prefiera mil veces tu amor con tribulaciones, angustias y persecuciones, con hambre y con desnudez, con peligro y con espada (Rom 8,35), antes que renunciar a un momento de ti. Elijo, como tu Madre, estar al pie de la cruz, y que una espada atraviese mi alma (Lc 2,35), a la vista de la lanza complete atravesamos.
Traspásame, Señor, con tu amor divino. Pues no hay nada tan bello, ni tan alto, ni tan grande, ni tan noble, ni tan alegre, ni tan feliz, como la chispa de tu Corazón que creó cielos y tierra.
Te adoro, Señor, por la llaga de tu Corazón traspasado, esa condecoración de amor que ha querido mantener por toda la eternidad. Pues por los siglos de los siglos, después de que las olas dejen debatir y que este mundo deje de girar, y el universo quede reducido pavesas, por eternidad de eternidades y mientras Dios sea Dios, la llaga de tu pecho, como un sol refulgente, pregonar a el amor increíble que un Dios infinito tuvo a unas miserables criaturas.
Y por la eternidad de eternidades los hombres mirarán al que traspasaron (Zac 12,10; Jn 19,37), y lo adorarán los cielos y la tierra: ¡Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza, por los siglos de los siglos!(Ap. 5, 6-14). Por tu misericordia sin fin , Corazón de Cristo, traspásame.