Día 10 de Junio: Contigo nunca se muere
Pasaje evangélico:
“Dijo Jesús a Marta: yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá… Todo el que cree en Él tendrá vida eterna, y yo le resucitaré en el último día”. Juan, 11,25 y 6,40.
Oración diaria:
Tu eres la vida. Contigo se vive. Tu eres alimento de vida. Das pan de cada día. En Ti hay contenido, hay convite, restauras al hombre. Contigo no se muere. Das vida eterna. Aunque yo muera, viviré. Mi alma quedará incorrupta. Gracias a tu alimento de eterna vitalidad, eterna juventud. Y yo ya lo notó, aquí y ahora. Contigo amo, pienso, hago, encuentro, doy, construyó, ánimo, acompaño, siento, vivo. Me siento lleno, con algo dentro de mí, con alguien fuera de mí. Con cosas que hacer, con palabras que decir, con historia que contar, personas a quien querer, con gente a quien ayudar. No me aburro. No me deprimo. No me vacío. No caigo en soledad. Y nada de esto muere, Señor. Aunque sea yo el que muera, tú me resucitarás todo un último día. Queda incorrupto para otro estadio definitivo. Amén.
(petición )
Pensemos en algún devoto del Corazón de Jesús:
José María Coudrin. Hombre que vivió con la vida en mi lo. Siempre escapando, siente ocultándose, siempre ayudando como sacerdote. Eran tiempos de la revolución francesa, y este francés no era un cura juramentado este “Andatierra” fundó la congregación de los Sagrados Corazones. Hacía sus votos en 1800 junto con Enriqueta a Aymer, aristócrata que buscaba verdad y vida. Lo hacía “como celador de los Sagrados Corazones de Jesús y María, a cuyo servicio quiero vivir y morir”.
Su congregación, aprobada por Pío VII en 1817, está dedicada de devoción a los Sagrados Corazones, es decir, a su amor. A la reparación del mal en el mundo. Al culto al amor de Dios en la Eucaristía. Y a extender la devoción del Corazón de Jesús y María en las misiones. Todo ello en la fidelidad a la Iglesia y el Papa. Murió en marzo de 1857. Sus seguidores enseñan en colegios la devoción al Corazón de Jesús y de María a muchos jóvenes y en las misiones de la polinesia, lejana. El Padre Damián de Veuster proclamó por allí el amor divino, para acabar leproso.
Oración de todos los días: “de San Ignacio de Loyola“
Tomad, Señor, y recibid
toda mi libertad,
mi memoria, mi entendimiento
y toda mi voluntad;
todo mi haber y mi poseer.
Vos me lo disteis, a vos, Señor, lo torno.
Todo es vuestro.
Disponed a vuestra voluntad.
Dadme vuestro amor y gracia,
Que esto me basta.
(San Ignacio de Loyola. En los ejercicios espirituales, Manresa, 1522 y Roma, 1544)
Consagración al Corazón de Jesús:
Hagamos la con este poema de Lope de vega (+1635)
“Hoy, para rondar la puerta
de vuestro Santo Costado
Señor, un alma ha llegado
de amores de un muerto o muerta.
Asomad el corazón,
Cristo, a esa dulce ventana,
Oiréis de mi voz humana
una divina canción.
Muerto estáis, por eso os pido
el corazón descubierto,
para perdonar despierto,
para castigar dormido.
Si decís que está velando
cuando vos estáis durmiendo
¿quién duda que está oyendo
A quien os canta llorando?
Y, aunque él se duerma, Señor
el amor vive despierto;
Que si la lanza, mi Dios,
el corazón pudo decir,
no pudo el amor morir,
que está tan viva como Vos.
Anduve de puerta en puerta
cuando a vos no me atreví;
pero en ninguna pedí
que la hallase tan abierta.
Pues, como abierto os he visto,
A Dios quise entrar por Vos;
que nadie se atreva a Dios
Sin poner delante a Cristo”.
Cantó final:
Tantum ergo, Sacramentum,veneremur cernui..