Los descubrimientos del Corazón de Cristo

Por el Reverendo Padre Gevais Dumeige, S.J

Lo liturgistas que han compuesto el texto de la nueva misa del Sagrado Corazón de Jesús se ha mostrado bien inspirados al conservar la han tifón ha de apertura que recuerda a los fieles que “los pensamientos de su Corazón permanecen de generación en generación”. El amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento, la riqueza insondable de Cristo, es un misterio siempre por descubrir, una realidad siempre por profundizar. El misterio desborda la inteligencia humana y es por eso por lo que el corazón del hombre ha sido sensible a tal o cual de sus aspectos y se ha alimentado con tal o cual símbolo. Y aun cuando un aspecto acatado más la atención de una generación humana, queda todavía por profundizar, por pedir la gracia de mayor iluminación para poder vivir de él mejor. Insondable es la sabiduría de Dios, aun cuando se expresa en el corazón de su Hijo, que está siempre por descubrir.

Naturalmente no es posible trazar la historia de veinte siglos de descubrimientos sobre el Corazón de Jesús. Me contentarle con exponer como en largos periodos privilegiados, el corazón del cristiano ha reaccionado cuando contemplaba el Corazón de Cristo. Sin ir hasta las revelaciones de Paray-le-Monial que tanto ha marcado la devoción al Sagrado Corazón y que en general son conocidas, se pueden presentar los descubrimientos del tiempo de los Padres. El itinerario de la época Patrística hacia el Corazón y se puede así considerar el impulso hacia el corazón de ciertos siglos de la edad media particularmente ricos

. Es claro que la devoción al Sagrado Corazón ha conocido su desarrollo con sus diversos momentos de expansión, de disminución, de rejuvenecimiento, de decadencia. Los cristianos han vivido en tiempo bastantes diversos. La atención consagrada a los modos diversos de considerar el misterio, a los múltiples aspectos, a las actitudes variadas que muestran ciertas épocas pueden ayudar a sentir mas las riquezas espirituales de aquellos que nos han precedido en la fe cristiana. Como una enumeración cronológica sería fastidiosa, agruparemos sintéticamente las líneas más importantes que han seguido los cristianos en la contemplación del misterio del Corazón.

Una observación de vocabularios impone al hablar de la época Patrística. Las palabras que usan los Padres no tienen siempre el mismo significado exactamente que tienen hoy para nosotros. Su vocabulario está inspirado por la antropología bíblica, por las concepciones que el Antiguo Testamento profesa sobre el hombre, seguramente más que por lo que el Helenismo podría haberles inspirado. La lápida de los Padres habla de “corazón”, considerándolo como la sede de la afectividad, de la voluntad, así para Cristo o como para el hombre. Dicha piedad es consciente de que el corazón es penetrado el iluminado por Dios, que él es la fuente de los actos morales y el asiento de la presencia divina. El corazón es también el interior del hombre, la interioridad humana. Todo eso se resume en la palabra Kardia, abundantemente empleada en la

Biblia. Los Padres emplean también la palabra para splancha, “entrañas” para calificar lo más profundo del ser humano, la misericordia de Dios y la del hombre. Su atención se dirigirá hacia el costado atravesado de Cristo (pleura) del cual sale la nueva Eva, la Iglesia, nacida del sueño sobre la cruz del nuevo Adán, Cristo. Realidad física, pero también significación metafórica que brota espontáneamente de espíritus acostumbrados al simbolismo que saben que más allá de lo real visible existe una realidad más real todavía: lo invisible. El

El más físico y material de los sentidos, el primer descubrimiento del corazón se realizó cuando el soldado (que más tarde se llamará Longino) atravesó con su lanza el costado de Jesús ya muerto “y salieron del sangre y agua” (Jn. 19, 34) pronto el camino hacia el corazón estaba abierto. Pero el Evangelio añade: “quien vio da testimonio … Y sabe que su testimonio es verdadero, para que vosotros también creáis” (v. 35). Juan evangelista es quien ha leído los signos, aquel que durante la Cena estaba declinado en el pecho de Jesús y aquel a quien los Padres reconocen el haber podido tener acceso a los misterios de la sabiduría divina.

Su evangelio, mas teologal, más contemplativo y más espiritual que los sinópticos, y descubre el corazón (aunque hace un uso relativamente restringido de la palabra Kardia) dentro Gregorio Magno dice que el “reposaba sobre la fuente eterna de la vida. Tomando allí los efluvios de la doctrina celeste, Juan fue tan maravillosamente colmado de misteriosas revelaciones que, sobrepasando a toda criatura, su espíritu ha robado proclama que al principio existía el Verbo”.

Gregorio de Niza había ya dicho que “aquél que durante la cena reposo sobre el pecho del Señor, … empapo su corazón en esa fuente de la vida como una esponja se impregna en el agua. Completamente impregnado de los misterios que Cristo le dio a conocer de manera verdaderamente inefable, el apóstol se nos presenta lleno de los dones que ha recibido del Verbo y que él ha tomado en su misma fuente”. Los Padres harán alusión a menudo a San Juan el contemplativo. San Juan, discípulo del Corazón, los místicos de la edad media lo celebrarán. Será en la fiesta de San Juan cuando Santa Margarita-María tendrá su primera revelación importante.

El Corazón de Cristo” fuente de vida”, como lo dicen aun las letanías del Sagrado Corazón, es también en San Juan en donde se manifiesta. En el último día de la fiesta de los Tabernáculo, Jesús proclamar que es la fuente. “Que ver a de mi aquel que cree en mi” según la palabra de la Escritura: de su seno brotarán manantiales de agua viva. Para algunos se trata del creyente que deberá de la doctrina, habla con la que calmar a la sede de sus Hermanos.

San Ambrosio dice que del creyente mar harán las aguas del pensamiento y los ríos de la sabiduría. “Los que buscarán ese líquido puro, harán brotarán el fondo de su corazón verdad de los ríos y llevarán a sus Hermanos, copas rebosantes”, escribe San Paulino de Nola pronto con otros interpretan el versículo de Joan como aplicado al Corazón de Cristo. “Una corriente fluye en ese paraíso/es el Corazón de Cristo/y parten de allí cuadro ríos/los cuatro evangelios/que bañan toda la tierra … Y santifican a todos los que en Él han creído” pronto

El simbolismo de los Padres es muy libre: “Cristo o sufre y la subida; está clavado y sin embargo es la fuente de agua viva. Esta agua es el Espíritu”, día San Irineo. El habrá hombre otra de la roca que ha pagado a la sede de Israel en el desierto, “y es eso lo que se realiza en el Evangelio cuando Cristo que es la piedra, es atravesado por la lanzada en su Pasión”.

Parece que los Padres se ocuparán más en fijarse en lo que sale de la herida del costado que deber en ella un acceso al corazón. Su devoción “se queda en la contemplación de la herida exterior”. Siguen el paralelismo de la carta de San Pablo a los Romanos (Cap. 5). Su contemplación ve a la Iglesia, la nueva Eva, que sale del costado del nuevo Adán dormido en la cruz. “El segundo Adán inclinó la cabeza y se durmió sobre la cruz, para que una esposa se formará en él, la cual brotó del costado de aquel que dormía … Adán duerme para que Eva exista; Cristo muere para que exista la Iglesia” (San Agustín).

Se consuma allí la unión del Verbo de Dios con la humanidad que ha amado y por la cual se ha entregado. Se podrían citar muchos textos sobre este punto para mostrar que la Iglesia es el fruto del amor de Cristo. El agua y la sangre son símbolos mesiánicos, el agua simboliza el Bautismo y la sangre la vida eterna que se comunicaba en la Eucaristía, o también, a la Palabra y el Espíritu. Merece la pena citar, por su admirable simplicidad dentro de su laconismo, un grafito de la catacumba de Priscilla en Roma donde un cristiano escribió: “rescatado por la herida de Cristo”.

Esta contemplación de la herida, podríamos llamar la “objetiva” porque no dejar traslucir ninguna emoción personal en las alusiones que sobre ella hacen los Padres en sus tratados o en sus homilías. Con todo, hay un poco más de piedad afectiva en los comentarios, todos basados sobre la Escritura, o en los que se describen, de paso, los sentimientos del Corazón de Jesús. Agustín, que fue seducido por la humildad de Cristo, piensa que saber que Jesús es humilde y manso de corazón es un verdadero tesoro de ciencia y de sabiduría.

Eusebio de cesaría declara que Cristo no contrista nunca a los débiles y no manifiesta dureza alguna ni aun hacia los arrogantes y orgullosos.” Su corazón se muestra siempre lleno de mansedumbre y humildad para todos los hombres, si excepción ninguna”. Esiquio de Jerusalén dice que ha sentido el dolor llegar hasta su corazón por amor a nosotros, por eso decía, “mi alma está triste hasta morir”.

 Un manuscrito siriaco del siglo IV la hace sentir su amor por los pecadores: “su corazón se llenó de tristeza a causa de nuestras iniquidades, es decir, por haz amor hacia las creaturas expuestas a perderse … El Señor se entristeció además a la vista de aquellos que lo habían entregado a la muerte y que lo habían crucificado; orando por ellos con lágrimas, nos ha enseñado a orar por aquellos que nos persiguen; nos ha enseñado ofreceré por ellos nuestras súplicas”.

Una breve observación de Hilario de Poitiers evoca la consolación que Jesús esperaba:” dispuesto a morir por nuestra salvación, experimentaba además otro deseo, expresado así” espere que alguien se compareciera conmigo y nadie lo hizo” … Había venido a buscar las ovejas perdidas de la casa de Israel, pero no halló a nadie que lo consolarse y le mostrase compasión en medio de sus penas”.

 Un breve pasaje de San Juan Crisóstomo muestra a quien debe asemejarse el corazón del cristiano, al Corazón de Cristo:” ese corazón es más elevado que los cielos, más vasto que la tierra, más resplandeciente que el rayo luminoso, más ardiente que el fuego … Podemos afirmar que el corazón de Pablo era el corazón de Cristo ”.

Rasgos dispersos sacados de autores diversos que los han escrito en tiempos y lugares diferentes, predicados a los cristianos, anunció lejano de lo que será desarrollado por la piedad de las otras épocas, contemplación alimentada principalmente por la Escritura en la cual su mentalidad simbólica se mueve con facilidad, estos elementos nos muestran que los Padres y sus fieles se detuvieron en la puerta del Corazón.

Seguramente no era posible en su época, detenerse en la humanidad sufriente de Jesús ni de cómo verse con los sentimientos de su Corazón. Su “ descubrimiento” era como el término de una navegación prolongada en el cual se Presidente la tierra en la cual no se ha desembarcado todavía. A otros estaba reservado en descubrir la herida del corazón penetrado por la herida del costado.

Todas las épocas históricas son interesantes. Sin embargo se estaba de acuerdo en pensar que algunas son más ricas que otras, algunas más agitadas y más difíciles. Es el caso del periodo que va del siglo VI al IX–¡500 años!–.

Después de la invasión y el establecimiento estable de los reinos bárbaros, después de la existencia poco duradera del imperio carolingio, después de la separación de oriente y occidente, después de los siglos de Hierro y el tiempo en que la iglesia estuvo en el poder de los laicos, se asiste a un resurgir que culminará con un nuevo impulso, con un renacimiento, en el siglo XII; con un florecimiento o en muchas naciones de Europa occidental. Una época que conocerá su esplendor antes de la decadencia.

 Se debe señalar, en el periodo impreciso que va del siglo VI al XI el elemento de estabilidad que representa la Orden de San Benito cuyos monasterios son centros de piedad y de cultura y cuyos Abades, a menudo grandes lectores de la literatura Patrística, a ti matarán la devoción al Sagrado Corazón. Maestros espirituales que siguen las líneas trazadas por los Padres en su exégesis o que dan testimonio de cierta originalidad, ayudan a los monjes con sus exhortaciones y sus oraciones.

Su influjo se hará sentir por largo tiempo. Otras nuevas Ordenes monásticas, los cistercienses, otras Ordenes apostólicas como los Franciscanos y los Dominicos, continuarán profundizando y descubriendo el misterio del Corazón. Los monasterios de mujeres, centros de gran cultura y de ardiente misticismo será un foco de irradiación. Los manuscritos y las personas circulan. La contemplación atenta del Corazón de Jesús es además muy personalizada. Es tal contemplativo que ha meditado el misterio del costado abierto, tal monja que oye la invitación a aproximarse al Corazón de Jesús. En las “revelaciones” Cristo o habla, invita, consuela, estimula. Estas revelaciones se propagan. La sensibilidad religiosa ha cambiado y el tono es abiertamente más afectivo.

La contemplación del Cristo se humaniza y la atención a su Pasión y a sus cinco llagas, especialmente en la herida del Corazón, atrae a la piedad cristiana y provoca una voluntad de amor recíproca. A menudo una experiencia religiosa muy real encuentra una expresión muy bella que hace compartir el sentimiento religioso. Ocurre también que la revelación se convierte en misión que incita a propagar el mensaje del amor de Cristo. Hay diferencia de intensidad y de desplazamientos entre la Patrística y la Edad Media, más que una ruptura. Los bienes salvíficos que dispensa el Corazón de Jesús se ven en el Corazón y se sienten comunicados personalmente.

La Edad Media, como San Juan, no se cansa de contemplar la llaga del costado. “Por la puerta abierta de tu costado, deseamos penetrar en tu corazón, sede de misericordia; queremos penetrar en tu alma santa que está colmada de plenitud …” “ Felices aquellos a quienes tu admites a tus santos abrazos, felices aquellos a quienes encierras en tu Corazón.” “Al acercarme a la bienaventurada herida del costado, puerta practicada en el flanco del Arca, no solamente introduzco el dedo de mi mano, sino que penetrare todo entero al Corazón mismo de Cristo cierro comillas.

A estas palabras de Guillermo de Saint-Therry hace eco la reflexión de San Bernardo de Claraval, su amigo: “el Hierro ha atravesado su alma. Tuvo acceso hasta su corazón que ha sido puesto al descubierto por la apertura de su cuerpo; ha sido descubierto ese gran sacramento de bondad, las entrañas misericordiosas de nuestro Dios. ¿Qué otra cosa, Señor, se puede ver en estas heridas sino que éstas lleno de bondad y de dulzura, abundante y misericorde?”.

El Corazón de Jesús, helo aquí representado como un asilo, un refugio, el templo en el cual es agradable habitar, el lugar donde la tórtola construye su nido, la oquedad de la roca, la bodega del cántico en donde se gusta la enviaré espiritual.

La antigua colecta de la misa de Santa Margarita María pedía la gracia “de merecer el tener en este corazón una morada perpetua”. Pero no se debe permanecer en la de imagen poética. “Las llagas de Cristo ofrecen el perdón a los culpables; confieren la gracia los justos.” En su bondad y misericordia, Cristo o ha abierto su costado para que la sangre de la herida te vivifique, el calor de su cuerpo te de calor y que por el movimiento de las aspiraciones vitales en tu corazón, te una a EL.”