Día 18.
Nuestro amable Salvador mortifica y vivifica
cuando y como le place, sin que nos sea
lícito preguntarle el por qué: debe bastarnos el
que lo haga, porque así es su beneplácito, al que
debemos someternos amorosamente.
Día 19.
Cuando se trata de la salvación eterna,
es preciso sacrificarlo todo, sufrirlo todo y
abandonarlo todo. Por más que Dios quiera
salvarnos, quiere que contribuyamos por nuestra
parte; de lo contrario, no hará nada sin
nosotros.
Día 20.
Tened ánimo: vuestras penas, sufridas –
con paciencia, valen mil veces más que todas
las austeridades: esto es lo que Dios quiere de
vosotros al momento.
Día 21.
El divino Corazon no os abandonará
nunca: antes tendrá un cuidado particularísimo
de vosotros si os abandonáis y confiáis en Él en
cuantas ocasiones se trate de su gloria y de
probarle vuestro amor.
Día 22.
Cuando os sobrevenga cualquier pena,
mortificación o aflicción, decid: Toma lo que el
Sagrado Corazon de Jesús te manda para unirte
á sí.
Día 23.
Procura conservar la paz del corazon,
que vale más que todos los tesoros imaginables:
el mejor medio de conservarla es el tener
ya voluntad, sino poner la del Sagrado Corazon
en lugar de la nuestra.
Día 24.
El adorable Corazon de Jesús suplirá
cuanto pueda faltaros, si os abandonáis a Él;
porque Él amará a Dios por vosotros, y vosotros
le amareis en Él y por Él.