Día 1. Vuestro viaje no ha terminado: hay que sufrir todavía tempestades y evitar escollos: todos los días se presenta alguno nuevo. Pero Jesús será vuestro piloto: abandonaos completamente a su dirección.
Día 2 Arrojaos con gran confianza en los brazos de Jesús: el amor se los hizo extender en la cruz para recibir a sus hijos que vuelvan a Él.
Día 3 El amor reina en el sufrimiento, triunfa en la humildad y se goza en la unidad.
Día 4 Entrad en el Corazón de Jesús para encerraros en aquella prisión de amor y tener parte en las amarguras que inundaron aquel Sacratísimo Corazón.
Día 5 El Corazón de Jesús es la escuela en que se aprende la ciencia de los Santos, la ciencia del puro amor, que hace olvidar todas las ciencias mundanas.
Día 6 Entrad en el Corazón de Jesús como un viajero en la nave: el amor será el piloto que os conduzca felizmente en este mar proceloso que es preciso cruzar antes de arribar al puerto.
Día 7 Las tempestades que podéis temer no vienen más que del amor propio y de la vanidad: el piloto Jesús os defenderá de ellas si le sois fieles y os hará navegar con calma y tranquilidad.
Día 8 Entrad en el Corazón de Jesús como un amigo convidado al festín por otro amigo: allí encontrareis las delicias que os están aparejadas, y son superiores á todos vuestros deseos y pensamientos: quedareis embriagados del vino delicioso de su amor, vino que endulza las amarguras del siglo é inspira disgusto de todos los placeres terrenos.
Día 9 Descansad en los brazos de Jesús y sobre su Sagrado Corazón, como el niño descansa en el regazo de su madre, donde encuentra su consuelo y seguridad.
Día 10 Abandonaos al Sagrado Corazón, sin tantas reflexiones de inquietud y desconfianza sobre lo porvenir: Él lo prevé por vosotros, y esto basta; bástenos amarle al presente con confianza, bien seguros de que no quiere abandonaros.
Día 11 Presentaos al Corazón de Jesús cual víctima que llega al templo para ser sacrificada, y es presentada delante del sacrificador. Este sacerdote divino degollándola espiritualmente, debe matar en ella la vida animal y consumiéndola después en el fuego del amor, darle una vida nueva y divina.
Día 12 ¿Queréis saber quién penetrará más adentro en la sagrada instancia del Corazón de Jesús? El que sea más humilde y más despreciado; el que más se despoje de todo, será el que tendrá más; el más mortificado será el más acariciado; el más caritativo será el más amado; el más silencioso será el más adoctrinado; el más obediente, en fin, será el que tendrá más crédito y más poder.
Día 13 Si deseáis gustar la dulzura de la amorosa conversación de Jesús en el Sacramento, echad fuera todos los cálculos del amor propio y de los respetos humanos.
Día 14 No os acompañareis de Jesús en estado de víctima en el Sacramento, sino a medida que os despojéis de veras de todas las afecciones naturales.
Día 15 El amor de Jesucristo suplirá por todo: el amor os sugerirá lo que hayáis de hacer, según las intenciones de vuestro Amado.
Día 16 Es menester que dejéis vuestro Corazón del todo vacío de amor de vosotros mismos y de todo lo que no es Dios, si queréis que ese Corazón esté dispuesto para recibir las gracias que Dios le destina.
Día 17 Sólo el Corazón humilde es apto para entrar en el Sagrado Corazón de Jesús, para conversar con Él, y amarle y ser amado del mismo.
Día 18 Pensad en aquellas palabras: Sí oís su voz no endurezcáis vuestro Corazón.
Día 19 Si sois fieles en cumplir la voluntad de Dios en el tiempo, se cumplirá la vuestra por toda la eternidad.
Día 20 Observad el silencio interior echando fuera todo pensamiento inútil, todo cálculo de amor propio para disponeros á oír la voz del Esposo.
Día 21 Silencio en todo lo que pueda ser alabanza, o excusa nuestra, vituperio o acusación de los demás.
Día 22 Silencio en aquellos pequeños movimientos impacientes a que nos arrastra nuestro no mortificado natural, para mostrar nuestro contento en las cosas alegres, o nuestro disgusto en las tristes.
Día 23 El divino Corazón será vuestro director y vuestro todo. Sea, pues, vuestra alma toda de Dios y toda para Dios: un solo Corazón, un solo amor, para un solo Dios.
Día 24 Es menester que os abandonéis de todo en todo al amor, y que lo dejéis obrar por vosotros, contentándoos con asociaros a él en todo mediante una humillación profunda de vosotros mismos.
Día 25 Tan pronto como hayáis cometido cualquier culpa, después de haberos humillado por ella, acudid a tomar en el Corazón de Jesús la virtud contraria a aquella inclinación vuestra, para ofrecerla en expiación al Eterno Padre.
Día 26 Cuando tengáis que sufrir alguna cosa, alegraos por la semejanza que así alcanzáis con Jesús por los oprobios e injurias que sufra en el Santísimo Sacramento.
Día 27 No mantengáis jamás ninguna frialdad con el prójimo, porque el Corazón de Jesús tendrá con nosotros otra tanta.
Día 28. Cuando en la oración os sintáis incapaces de formar ningún buen pensamiento, ofreced entonces al Eterno Padre todo lo que el Corazón de Jesús hace en el Santísimo Sacramento, para que supla lo que querríais y deberíais hacer vosotros.
Día29 La soberbia es la mayor deuda ante la justicia divina.
Día 30 No procures ser amado ni estimado sino del Corazón de Nuestro Señor: si Él te ama, te basta y quedas compensado de todo.
Día 31 El amor del Sagrado Corazón me obliga a sufrirlo todo, sin decir nunca que esto basta.
Dia 1. El perfecto olvido de mí mismo es el único camino que me puede dar la entrada que yo deseo, al Sagrado Corazon.
Día 2. Aprópiate estas palabras de Jesús: Si no os hacéis como niños no entrareis en el reino de los cielos. Esta práctica consiste en hacerte pequeñuelo con la verdadera humildad de corazon y la sencillez de espíritu.
Día 3. Precisamente porque el Sagrado Corazon te ama, te proporcionará frecuentemente, o en las criaturas, o en ti mismo, cualquier medio de crucificarte.
Día 4. Pide a Dios por el divino Corazon la gracia de vivir en adelante como si fueras sordo, ciego y mudo.
Día 5. Sé sordo para oír las sugestiones del amor propio, las palabras que ofenden a la caridad, y en general, todo lo que pueda gastar la pureza de tu corazon.
Día 6. Procurad ser ciegos cuanto a los defectos de los demás, para no juzgarlos, y cuanto a vosotros mismos, para dejaros llevar en todo de la obediencia, sin replicar ni reflexionar.
Día 7. Pedid a Dios por el divino Corazon ser mudos para no hablar de vosotros mismos en son de excusa ni de alabanza. Acordaos de que al acusaros Ó alabaros, os hacéis un objeto de desprecio a los ojos de los ángeles.
Día 8. Seguid en todos los actos el ejemplo de nuestro Salvador crucificado, que no buscó nunca su propia gloria, sino sólo la del Padre: sea, pues, vuestra gloria únicamente en las humillaciones y los desprecios.
Día 9. Mantened vuestro corazon en paz: suceda lo que suceda, no os turbéis nunca por nada, ni siquiera por vuestros defectos: es preciso humillarse y enmendarse tranquilamente, sin desarmarse y abatirse. Dios habita en medio de la paz.
Día 10. Os suplico que os sujetéis inviolablemente al cumplimiento exacto de vuestras prácticas santas, y que toméis vuestro descanso en el Sagrado Corazon de Jesús. Y cuando hayáis caído en cualquier culpa, tomad de aquel Corazón adorable el modo de repararla.
Día 11. Debéis vivir siempre al día, con desapego perfecto aun de aquellas cosas que se os han dado para vuestro uso, y deshaceros de ellas tan pronto como advirtáis que les tomasteis afición, no obstante que la cosa os parezca pequeña.
Día 12. Apreciar solamente lo que os hace más viles y abyectos a los ojos de las criaturas, y esto os hará más caros a los ojos de Dios.
Día 13. El abatimiento y las humillaciones son acaso más sensibles cuanto son más chicos y menos notables en apariencia; pero os encumbrarán hasta Dios si los sobrelleváis con dulce paciencia e igualdad de espíritu.
Día 14. No pondréis remedio a vuestros defectos, sino haciéndoos violencia continua: ni encontrareis nunca la verdadera paz hasta que lleguéis a aquel perfecto despojo en que Dios os quiere.
Día 15. Yo espero que el Soberano Pastor no querrá perder a su cara ovejita: no permitirá al lobo infernal hacernos guerra más que para tener ocasión de recompensarnos y hacerse Él mismo premio de nuestra victoria.
Día 16. ¡En nombre de Dios! No divaguemos tanto pensando en nuestras penas, ni ahora que las experimentamos, ni cuando hayan cesado.
Día 17. No os aficionéis a las dulzuras espirituales, pues no duran mucho, sino buscad a Dios con fe, y considerad que no menos merece nuestro amor cuando nos envía tribulaciones que cuando nos consuela.
Día 18. Si os regala alguna dulzura en vuestros ejercicios, debéis creer que es para disponeros
á beber alguna gota de su cáliz, por la humillación, o por la “mortificación, o de otra manera.
Día 19. Acuérdate de no desaprobar nunca, ni condenar más que a ti mismo, a fin de que tu lengua, destinada a alabar al Señor, y que tan frecuentemente le sirve de paso para conducirlo a tu corazon, no se convierta en instrumento de Satanás.
Día 20. No os entreguéis a la tristeza en los pequeños pesares con que place a Dios probaros: uniformad vuestra voluntad con la suya, y dejadle obrar.
Día 21. Quiere Dios que vivamos en total privación de todo lo que no es Él, y que pueda dar satisfacción a nuestras inclinaciones y ligar nuestros afectos. A medida que nos rodeemos de estas cosas, Él nos despojará de sus gracias.
Día 22. Cuando dentro o fuera de vosotros mismos os sobrevenga cualquier ocasión de humillaros y aniquilaros; debéis tenerla por gran favor.
Día 23. El divino Corazon se retirará de nuestras almas si nos encuentra aficionados a cualquier cosa que no sea Él.
Día 24. Dios falta la sencillez, perderéis la amistad del Corazon divino.
Día 25. Trabajad fielmente en la mortificación del espíritu y de los sentidos, y cuidad de ser humildes y sencillos, si queréis ser reconocidos como verdaderos hijos de Jesucristo.
Día 26. Alejad todos los pensamientos del amor propio acerca de vosotros, para recrearos sencillamente en el Corazon de Jesús, para conseguir la pureza de su santo amor y entrar en todas sus santas intenciones.
Día 27. Sea el que fuere el estado en que Dios os ponga, no os turbéis por nada, sino dejadlo hacer, uniéndoos a todas sus intenciones.
Día28. Abandonaos al amor sin reserva alguna y tened cuidado de aprovechar las ocasiones que os vengan de mortificaros y humillaros, para uniros más estrechamente al Señor.
Día 1. Por cuanto el amor hace a los amantes conformes entre sí, si quieres ser amado de Jesús, conviene que seas humilde como Él y dulce como Él.
Día 2. La humildad de Jesús te enseñará a alegrarte cuando seas despreciado, y a callar cuando te acusen, diciendo en tu interior: Jesús auten tacebat. (Jesús, pero me quedé en silencio.)
Día 3. Vivid del todo abandonados al amor de Nuestro Señor Jesucristo, dejándoos gobernar de su amorosa providencia, sin desear ni rehusar nada.
Día 4. Mantente siempre pronto a hacerlo todo y a sufrirlo todo al menor indicio de la voluntad del Señor, mediante la obediencia que debes prestar a los que en su nombre te dirigen.
Día 5. Mirad siempre a Dios y nunca a las criaturas en todos los acontecimientos: esto os hará recibir de su mano adorable, lo mismo lo dulce que lo amargo, los consuelos igualmente que las mortificaciones, y que le bendigáis por todo.
Día 6. Vuestro pensamiento debe de ser humillaros y llegar a complaceros en que otros os ayuden a ello.
Día 7. El Sagrado Corazon de Jesús quiere que le sirváis y améis constantemente para pagarle de algún modo el amor que os tiene.
Día 8. El Sagrado Corazon quiere que vivas despegado de todo lo que no es Dios, porque quiere ser Él solo tu amigo, tu apoyo, tu placer.
Día 9. Sufrid en silencio y por el amor del amable Corazon de Jesús todas las humillaciones, penas y contradicciones que en lo sucesivo podréis recibir de las criaturas, sin quejaros poco ni mucho; más cuando os ocurran, recibidlas como prendas del divino amor, y sin turbaros, recurrid al amor de vuestro abatimiento.
Día 10. Supuesto que el Sagrado Corazon se complace en establecer su morada en nuestra pequeñez y nuestra nada, estemos, pues, siempre alegres y contentos.
Día 11. El demonio procura desanimarnos y turbarnos para impedir que crezcamos en la virtud Prosigamos la obra de nuestra perfección. para remedio de esto se necesita que nos hagamos generosas violencias y seamos cada vez más fieles a Dios, a nuestras obligaciones y a nosotros mismos.
Día 12. Romped la afición que tenéis a vuestra propia voluntad, y humillad vuestro juicio siempre que os ofrezca ocasión; paréceme que será muy del agrado de Dios.
Día 13. Habla de Dios con veneración, del prójimo con estima, y nunca, o rarísima vez de ti mismo, y siempre con desprecio.
Día 14. Tened gran confianza en Dios: su misericordia supera infinitamente a todas nuestras miserias.
Día 15. No desmayes en las penas: súfrelas con espíritu de paciencia, como cualquier otra cosa que contradiga a tu inclinación.
Día 16. Amad a los que os humillan y contrarían, como más útiles a vuestra perfección que no los que os halagan.
Día 17. Yo que creo que agradareis al Sagrado Corazon de Jesús cuando os abandonéis á Él, de tal modo que Él venga a ser la mirada de vuestros ojos, la luz de vuestro entendimiento, el afecto de vuestra voluntad, el recuerdo de vuestra memoria y todo el amor de vuestro corazon, dejándolo obrar por vosotros, según beneplácito.
Día 18. Echad fuera todo pensamiento de amo propio, todo lo que sea miraros a vosotros mismos, lo que tanto impide las operaciones de la gracia en vuestras almas.
Día 19. El Sagrado Corazon se complace grandemente en hacer bien á los pobres, y enseñar al que desea sacar provecho en la escuela de su santo amor.
Día 20. Échate frecuentemente en brazos de la amorosa providencia de Jesús, especialmente después de la Sagrada Comunión, en que su Corazon se abre para ganar el tuyo.
Día 21. Quien dice puro amor, dice puro sufrir.
Día 22. El Corazon adorable de Jesús quiere que los corazones que son suyos, se despeguen de todo y de sí mismos.
Día 23. Nuestro amor propio es tan malo, que nos hace creer que se busca a Dios, aficionándose excesivamente a las cosas de su servicio.
Día 24. El corazon que ama sólo a Dios, le encuentra en todas partes.
Día 25. En todo lo que hagas no tengas otro deseo ni otra intención que agradar a Dios: mírale sólo á Él en todo lo que te suceda, sin darte a pensar de qué materia están hechas las cruces que te da.
Día 26. Reposad en el seno de Dios cual el niño, que no piensa: su amor cuidará de vosotros.
Día 27. No juzgues ni acuses más que a ti mismo, y excusa a todos los demás.
Día 28. Habla siempre de Dios alabándole, glorificándole:
del prójimo con estima; pero de ti propio ni bien ni mal.
Día 29. Trata con el Señor con suma confianza y sencillez.
Día 3o. Cuando hayamos cometido cualquier falta, es preciso humillarse en la presencia de Dios y pedirle perdón: después, como dice mi santo Fundador, volved al trabajo con nuevo brío.
Día 31. Echad en olvido vuestros intereses, y el cuidado de vosotros mismos en brazos de vuestro Padre celestial.
Día 1. «Cuanto más te alejes de ti mismo, más te acercarás a Dios; y Él tomará el cuidado de ti, á medida que te olvides a ti propio.
Día 2. Obsequiad y honrad a los que os humillen y mortifiquen: miradlos como vuestros mayores bienhechores, y decíos a vosotros mismos: Si me conociera, se vería que merezco mucho más.
Día 3. Cuando te veas acusado piensa que Jesucristo no se excusó: no te excuses, á ejemplo suyo, ni siquiera cuando no tengas culpa alguna en aquello de que te acusan. Además, ¡cuántas faltas habrás cometido sin que te hayan reprendido por ellas!
Día 4. Procurad conformaros en todo con vuestro amor á Jesús, y Jesús crucificado.
Día 5. Hacedlo todo con amor y por amor, y usad bien del momento presente, sin inquietaros por lo porvenir.
Día 6. El Corazon de Jesús es un buen piloto: manteneos siempre unidos a él con amorosa confianza y grande humildad, por más que os parezca que no os unís al mismo sino con la luz sola del entendimiento, sin sentimiento ni gusto.
Día 7. Dejad que brame el enemigo: buena señal es cuando mueve algún ruido: es señal de que no le sale la cuenta.
Día 8. Rechazad todas las sugestiones del enemigo con una simple desaprobación, sin atormentaros por hacer á viva fuerza actos sensibles.
Día 9. Haced juicio que sois como un árbol plantado a lo largo de un rio, el cual produce el fruto a su tiempo: y cuanto más le azotan los vientos, más profundas raíces hecha. Sed así vosotros: cuanto más os combatan las tentaciones, es menester que penetren más hondo vuestras raíces, con profunda humildad del corazon y conforme al Corazon de Jesús.
Día 10. Sed indiferente a padecer o a gozar, con tal que se cumpla en vosotros la voluntad de Dios.
Día 11. Debéis ateneros inviolablemente a estas palabras de mi santo Fundador: No pidáis nada ni rehuséis nada.
Día 12. Sepultad todas vuestras miserias en el Corazon misericordiosísimo del amable Jesús, que está lleno de compasión.
Día 13. Recurrid siempre al amor de vuestro abatimiento, reputándoos felices cuando Nuestro Salvador os proporcione ocasión de abatiros.
Día 14. Abrazad amorosamente lo que os haga más abyectos a los ojos de las criaturas, como el medio más a propósito y más necesario para vuestra perfección.
Día 15. Sed constantes en la mortificación de vuestros sentidos, si queréis lograr el espíritu interior y el don de la oración.
Día 16. ¡Ah! Si entendierais cuán gran bien es para un alma amar al Sagrado Corazon, pensar en él y ser toda suya, ¡cómo despreciaríais bien pronto todo lo demás
Día 17. Entrégate a la divina Providencia, dispuesto a recibir de sus manos con indiferencia el gozar y el padecer, la paz y la turbación, la salud y la enfermedad: no pidas nada, ni rechaces nada.
Día 18. Emplea bien el tiempo destinado a la oración y demás ejercicios espirituales: esta fidelidad te sostendrá en todas tus obligaciones.
Día 19. Extiende sobre los ojos de tu alma la venda de la santa y amorosa sumisión a Dios, y, por amor de Dios, a la obediencia.
Día 20. La verdadera obediencia no nos permite ni quejarnos ni reflexionar.
Día 21. Tened la sencillez del niño para con los que os dirigen.
Día 22. Dios es enemigo de todo engaño y doblez, y no hay cosa que pueda hacer vuestro corazon más semejante al de Jesús cuanto la sinceridad y la humildad.
Día 23. Está siempre dispuesto a sufrirlo todo y a hacerlo todo, sin dolerte jamás ni creer que te hace injusticia.
Día 24. En lo que hagas no busques ser alabado; di para ti: esto no se me debe. Por el contrario, cuando te veas despreciado, di: esto es cabalmente lo que me corresponde.
Día 25. La virtud no consiste en formar bellas resoluciones ni en decir bellas palabras, sino en los hechos.
Día 26. Las bellas palabras y resoluciones serán nuestra condenación, si faltan los hechos.
Día 27. No seáis precipitados en el obrar: cuidad de conformar vuestro interior y exterior según el modelo de Jesucristo y de su Sacratísimo Corazon.
Día 28. Hazlo todo con tanta tranquilidad como si no tuvieras que hacer más que aquello solo que tienes entre manos; y haz todas las cosas como si cada una de ellas hubiera de ser la última de tu vida.
Día 29. Con las criaturas hablad poco, pero mucho con Dios haciendo y padeciendo.
Día 30. Sé pobre y falto de todo, y Dios te enriquecerá.
Dia 1. Conserva la paz del alma sin inquietarte por tus defectos, los cuales sirven conforme a los designios de Dios, para mantener en ti el amor del propio abatimiento.
Día 2. ¿Qué tienes que temer cuando tu buen Amo, Dios, te rodea por todas partes con su poder a manera de muro infranqueable para el enemigo?
Día 3. Ten presente que al que Dios quiere que padezca, no puede aliviarlo ni consolarlo nadie.
Día 4. No tengas cuidado de lo porvenir: piensa sólo en emplear bien el presente.
Día 5. Hacer, sufrir y callar humildemente.
Día 6. El amor de las criaturas es en nuestro Corazon un veneno, que mata al amor de Jesucristo.
Día 7. Cuando busquéis la estimación de las criaturas y queráis insinuaros en su amistad, perderéis la del Sagrado Corazon, y quedareis empobrecidos de sus tesoros a medida que os hagáis ricos de cosas criadas.
Día 8. No conviene disputar con la gracia, cuando nos estimula a hacer el bien o a huir del mal.
Día 9. Seamos enteramente de Dios, por el amor; de nuestro superior, por la sumisión, y de nuestro prójimo por la caridad.
Día 10. Seamos caritativos y humildes en nuestros pensamientos, así como en las palabras.
Día 11. Llevad la cruz del Sagrado Corazon; llevadla de corazon, con alegría, con ánimo; si no, daréis estrechísima cuenta de esto.
Día 12. Jesús quiere serlo todo para el corazon que le ama; más esto no puede ser sin que se padezca por Él.
Día13. Abandonaos enteramente al divino Corazon, diciéndoos frecuentemente a vosotros mismos: Si este divino Corazon es mío, ¿qué cosa podrá faltarme? Si yo soy todo suyo, ¿qué cosa podrá dañarme?
Día 14. Cuando te sientas agitado y tentado de algún temor, di a tu alma: ¿Qué temes? Tú posees el Corazon de Jesús y su amor; Él es el tesoro, la fortaleza y las delicias del cielo y de la tierra.
Día 15. En las ocasiones de padecer, di: Todo quiero sufrirlo sin quejarme; amando a mi Jesús, nada me espanta.
Día 16. Cuando queráis hacer oración, entrad en el Corazon de Jesús, como en un desierto sagrado, y en él encontrareis el modo de dar a Dios todo lo que le debéis, ofreciéndole la oración de nuestro Señor Jesucristo, para suplir la vuestra.
Día 17. ¿Quién puede oponerse a la voluntad de Dios, que se cumplirá siempre, queramos o no queramos?
Día 18. Cuando se trata de la salvación, hay que hacerlo y padecerlo todo, sacrificarlo todo, abandonarlo todo.
Día 19. No tiene Dios cosa más preciosa que su amor y su Cruz, y por su misericordia me admite verdaderamente a la parte, siendo yo indignísimo de tan rico don.
Día 20. El Sagrado Corazon difícilmente reinará en un corazon en que reina demasiado el amor del placer.
Día 21. Cuando me preguntan sobre las gracias que el Señor me dispensa a mí, indigna pecadora, no sé hablar más que de la felicidad que es el padecer con Jesucristo, no teniendo en esta vida nada más precioso que el padecer por su amor.
Día 22. Arrojémonos sin reserva en las divinas llamas del puro amor de nuestro Dios, para amarlo con todo el ser que nos ha dado; más conviene que todo en nosotros esté subordinado, toda ceda y obedezca a este amor divino.
Día 23. Conviene amar tanto a nuestro Señor en esta vida, que nos hagamos una cosa con Él, de modo que nunca más nos podamos separar.
Día 24. Ninguna gracia se puede comparar con la de llevar amorosamente la Cruz con Jesús.
Día 25. El Señor no es menos amable en las amarguras del Calvario, que en las dulzuras del “Tabor.
Día 26. Caminad con sencillez en el Señor: no os perderá, porque os ama.
Día 27. No atendais á otra cosa que, a honrar a Jesús, y a estudiar el modo de contentar a su Corazon, al modo que los pasajeros en la tempestad hacen ciegamente lo que prescribe el piloto.
Día 28. Obrad y sufrid en silencio: tened siempre en paz vuestra alma.
Día 29. Vivid en un amoroso abandono al cuidado de la divina Providencia.
Día 30. Toda de Dios, nada de mí; toda por Dios, nada por mí; toda para Dios, nada para mí.
Día 31. Cuando traes a la memoria con fruición los sinsabores que os parece haber recibido, hacéis que el Señor recuerde vuestros pecados, que su misericordia le había hecho olvidar.
Dia 1. El Sagrado Corazon es un abismo, donde lo encontrareis todo: es en especial un abismo de amor, en el que debemos sepultar todo nuestro amor, particularmente nuestro amor propio con sus malos afectos, que son el respeto humano y el deseo de ensalzarse y hacer su gusto. Anegando estas inclinaciones en el abismo del Amor divino, encontrareis todas las riquezas que os hagan falta en vuestras diferentes situaciones.
Dia 2. Si os veis en un abismo de privaciones y desolaciones, el Corazon divino es un abismo de todo consuelo, dentro del cual es menester que nos perdamos sin anhelo de gustar sus dulzuras.
Dia 3. Si os veis en un abismo de aridez e impotencia, id a internaros en el Corazon de Jesús, abismo de poder y de amor, sin cuidaros de gustar la suavidad de este amor, sino cuando a Él le plazca.
Dia 4. Si os veis en un abismo de pobreza y despojados de todo, arrojaos en el Corazon de Jesús, lleno está de tesoros: si le dejáis hacer os enriquecerá.
Dia 5. Si os veis en un abismo de debilidad, de recaídas, de miserias, acudid con frecuencia al Divino Corazon de Jesús: es un abismo de misericordia y de fortaleza: Él os levantará y confortará.
Dia 6. Si veis en vosotros un abismo de soberbia y de vana estimación propia, abismadla sin tardanza en las humillaciones profundas del Divino Corazon de Jesús: este humilde Corazon es el abismo de la humildad.
Dia 7. Si os encontráis en un abismo de ignorancia y de tinieblas, el Corazon de Jesús es un abismo de sabiduría y de luz: aprended tan sólo a amarle y hacer únicamente lo que de vosotros desea.
Dia 8. Dios veis en un abismo de infidelidad é inconstancias, Jesús lo es de constancia y fidelidad: abismaos en Él, y allí encontrareis un amor constante en amaros y haceros bien.
Dia 9. Si os halláis como abismados en la muerte, acudid al Corazon de Jesús, y en Él encontrareis un abismo de vida, sacareis de Él una vida nueva, vida en que no mirareis con otros ojos que con los de Jesús, no os moveréis más que con su movimiento, no hablareis más que con su lengua, no amareis ya más que con su Corazon.
Dia 10. Si os encontráis en un abismo de ingratitud, el Corazon de Jesús es un abismo de reconocimiento: tomad de Él para ofrecer a Dios por todos los bienes recibidos, y pedid á Jesús que supla por vosotros con su abundancia.
Dia 11. Si os encontráis en un abismo de agitación, de impaciencia o de cólera, acudid al Corazon de Jesús, que es un abismo de amabilidad.
Dia 12. Si os halláis en un, abismo de distracción y disipación, encontrareis en el Sagrado Corazon de Jesús un abismo de recogimiento y de fervor, que lo suplirá todo, que afianzará vuestro corazon y vuestra imaginativa uniéndola a Sí.
Dia 13. Si habéis caído en un abismo de melancolía, sumergidla en el Corazon de Jesús, que es un abismo de celestial alegría y el tesoro de todas las delicias de los Santos y de los Ángeles.
Dia 14. Si os encontráis turbados é inquietos, el Divino Corazon es un abismo de paz, y os la comunicará.
Dia 15. Cuando os halléis en un abismo de amargura y de penas, unidlo al abismo de las penas infinitas del Corazon de Jesús, y aprended de Él a padecer, y a padecer con alegría.
Dia 16. Cuando os veáis en un abismo de temor, el Corazon de Jesús es un abismo de confianza y de amor: abandonaos a Él, y aprenderéis que el temor debe ceder al amor.
Dia 17. Finalmente, en todo y por todo, abismaos en aquel Océano de amor y de caridad, y, si es posible, no salgáis más de él sin haber quedado penetrados del fuego que abrasa aquel Divino Corazon para con Dios y para con los hombres, como el fuego de un horno, o al modo que una esponja echada en el mar queda enteramente empapada y abismada en el agua.
Dia 18. Cuando te venga el pensamiento de excusarte, di: Jesús era inocente, y acusado, calló: yo, que soy tantas veces delincuente, ¿osaré justificarme?
Dia 19. Fijemos la atención en nuestras penas todo lo menos que podamos, pues el modo de sacar de ellas mayor provecho, es el despreciarlas.
Dia 20. El deseo de Dios es que sobrellevemos pacíficamente nuestras penas y arideces sin afanarnos tanto por salir de ellas.
Dia 21. Echaos frecuentemente en los brazos de Dios y del Divino Corazon de Jesús: abandonaos a todo lo que quiera hacer de vosotros.
Dia 22. Yo no sé qué decir a las personas que amo, como no les hable de la Cruz de Jesucristo.
Dia 23. No os detengáis á recapacitar sobre vuestras faltas: esto no sirve la mayor parte de las veces sino para contentar el amor propio.
Dia 24. Sin el amor de Jesús, la vida no es más que muerte.
Dia 25. El mayor bien que debemos desear, es conformarnos a Jesús en sus penas.
Dia 26. Entrad en el Sagrado Corazon de Jesús, entrad. ¿Qué podéis temer si Él mismo os invita a que descanséis en ÉL?
Dia 27. La Cruz es un tesoro precioso, que debemos guardar escondido por temor de que nos lo roben.
Dia 28. No es ser verdaderamente pobre haber hecho voto de ello, y luego no carecer de nada.
Dia 29. Nada es tan horrible en la casa de Dios como una religiosa amiga de su propia voluntad.
Dia 30. Para hacerse santo, fuerza es renunciarse a sí mismo sin reserva, y sacrificar absolutamente la propia voluntad.
Dia 1. Frecuentemente nuestro Soberano me obliga a decir, a pesar de toda la oposición que hace la naturaleza, que es bueno caminar con la fuerza de su amor al revés de las propias inclinaciones, sin otro placer ni satisfacción que la de no tener ninguna, porque nos debe bastar que nuestro buen Dios quede satisfecho como más le plazca.
Dia 2. ¿Qué haría yo alejándose de mí la Cruz, que es la que me hace esperar en su misericordia?
Dia 3. La Cruz es mi tesoro en el Corazon adorable de Jesús: ella me hace tener allí todo mi placer, toda mi alegría, todo mi deseo.
Dia 4. La Cruz es verdaderamente la porción de los escogidos en esta vida.
Dia 5. No debemos desear la vida más que por tener la dicha de padecer por amor; pero nunca a elección nuestra.
Dia 6. ¡Ay! ¡Qué preciosas son siempre las enfermedades y las humillaciones! Ya no ves cosa más útil y necesaria.
Dia 7. Jesús es el único amigo de nuestros corazones: hechos sólo para Él, no pueden encontrar tranquilidad, alegría y consuelo más que en Él.
Dia 8. Amemos á Jesús con todas nuestras fuerzas, sufriéndolo todo en silencio por su amor, que endulza todas las amarguras de la vida, y es nuestra fortaleza en las batallas: batallas que es preciso sostener continuamente contra nuestros enemigos, entre los cuales el mayor somos nosotros mismos:
Dia 9. ¡Ay! ¡Qué felices son aquellas almas que han llegado al perfecto olvido de sí mismas, que ya no aman, ni miran, ni piensan sino en Jesús, único amor de nuestros corazones!
Dia 10. La Cruz es el trono de los verdaderos amantes de Jesús Crucificado.
Dia 11. El don del puro amor de Dios aventaja todos los otros dones: sólo él debe apoderarse de nosotros, y hacernos obrar o padecer, supuesto que no está jamás ocioso en el Corazon.
Dia 12. En todo tiempo y lugar es buena la Cruz: poco importa de qué madera sea: ‘bástenos el que no la ofrezca el Corazon del Señor.
Dia 13. Las mayores amarguras se tornan dulzuras en el Corazon adorable, y lo convierte todo “en amor.
Dia 14. ¡Ah! ¡Qué gusto, vivir y morir bajo el peso de la Cruz de Nuestro Señor, privados de todo consuelo!
Dia 15. Los negocios tocantes a la gloria de Dios, son muy diferentes de los del mundo, en los cuales hay que moverse mucho; pero en los de Dios es menester contentarse con seguir su inspiración, y después dejar que obre la gracia y secundar cuanto podamos sus movimientos.
Dia 16. La devoción al Sagrado Corazon debe insinuarse desde la niñez por la suave unción de los corazones que Él se ha escogido, cual bálsamo precioso cuyo olor y licor se esparce poco a poco.
Dia 17. ¿Por qué no ardemos en el fuego divino que el Sagrado Corazon vino a traer al mundo? Sí, es menester derretirse en estas santas llamas, y el Sagrado Corazon será el altar de nuestro sacrificio.
Dia 18. ¡Ah! Poderoso es el Corazon divino para aplacar la justicia divina irritada por nuestros pecados, que han traído sobre nosotros todas las calamidades que nos afligen.
Dia 19. El divino Corazon se complace en los servicios que le hacen los humildes de corazon, y echa la bendición a sus industrias.
Dia 20. La gracia obra con dulzura y suavidad, aunque a la vez con fortaleza y eficacia; pero nos quiere encontrar fieles y prontos a seguir sus luces y movimientos.
Dia 21. Es menester amar al divino Corazon con todas las fuerzas y potencias, cueste lo que cueste.
Dia 22. Cuantas más contradicciones encuentra mi amor, tanto más me inflama este bien. Aunque noche y día sufra continuas penas, no me lo arrancarán de mi pecho. Sí, cuantos mayores dolores sufro, más unido tengo a mi Dios en el corazon.
Dia 23. Querer amar a Dios sin padecer, es una ilusión.
Dia 24. No puedo entender cómo dicen que se padece cuando se ama de veras al Sagrado Corazon de Nuestro Señor Jesucristo, siendo así que Él cambia las mayores amarguras en dulzuras, y hace gustar las delicias en medio de las penas y humillaciones.
Dia 25. Quiero sufrirlo todo sin quejarme: amando a mi Señor, nada me espanta.
Dia 26. El alma que una vez se haya escondido en el sagrado fuego de un amor ardiente al Sagrado Corazon de Jesús, no se emplea ya en otra cosa más que en amar padeciendo.
Dia 27. Amemos a Nuestro Soberano Señor; pero amémosle en la Cruz, pues sus delicias son encontrar en un corazon amor, sufrimiento y silencio.
Dia 28. ¿Qué importa que sea de una u otra manera nuestra Cruz, con tal que sea Cruz, y en ella nos tenga el amor del que murió con ella?
Dia 29. El Señor habita solamente en la paz del alma, que gusta mucho de verse destruir y aniquilar, para quedarse como perdida toda en el amor de su abyección.
Dia 30. ¿No es el Corazon de Jesús el trono de la misericordia, donde los más miserables son los mejor recibidos, con tal que los presente el amor en el abismo de sus miserias?
Dia 31. Si nos vemos lánguidos, fríos, impuros, imperfectos, ¿no es el Sagrado Corazon un horno ardiente, en que debemos apurarnos y perfeccionarnos como el oro en el crisol, para ser como una hostia viva, toda inmaculada y sacrificada a sus designios adorables?
Dia 1. Abandónate a ti, y encontrarás a Dios: olvídate a ti mismo, y Él pensará en ti: sepúltate en tu Dia r. Abandónate a ti, y encontrarás a Dios: olvídate a ti mismo, y Él pensará en ti: sepúltate en tu propia nada, y lo poseerás. Mas esto ¿quién lo hará? El amor que hallarás en el Sagrado Corazón.
Dia 2. Es menester que procures, no sólo hacerte en el Sagrado Corazon tu retiro, sino que además le tomes por tu guía y principal director, para que te descubra lo que quiere de ti y te ayude a seguirle con perfección.
Dia 3. El Sagrado Corazon quiere enseñarte a vivir sin apoyo, sin amigos, sin satisfacciones; a medida que consideres estas palabras, te las dará a entender.
Dia 4. No te turben tus faltas; pero cuando hayas cometido alguna, di con toda confianza al amabilísimo Corazon de Jesús: ¡Oh único amor mío! Satisfaced vos por vuestra sierva y reparad el mal que yo he hecho; tornando en gloria vuestra y edificación del prójimo y salud de mi alma.
Dia 5. A veces nuestras caídas nos ayudan mucho a humillarnos y conocer lo que somos, y lo muy bueno que es para nosotros estar escondidos en el abismo de nuestra nada.
Dia 6. El amor propio, con el que quisiéramos presentarnos en todas partes, ser aplaudidos, acariciados y bien recibidos, no quiere oír, ni puede entender estas lecciones de humildad, de que nuestras caídas nos ayudan a humillarnos y a conocer lo que-somos; pero no es menester entrar a discutir con él, pues con esto se nutre y aumenta.
Dia 7. Procuremos no reflexionar más que para aprender á llevar bien nuestras cruces con amoroso silencio.
Dia 8. Yo no veo cosa que tanto alivie la largura de la vida, como el padecer siempre y amar.
Dia 9. Suframos amorosamente sin dolernos, y consideremos perdidos los momentos que pasan sin padecer.
Dia 10. No dejemos perder el tiempo: pensemos, pues, sólo en el momento presente para hacer buen uso de él, como si fuera el último día de nuestra vida y debiéramos comparecer a dar cuenta en el Tribunal de la Justicia divina.
Dia 11. Nos conviene procurar a toda costa convertirnos en copias vivas de nuestro Esposo crucificado, haciéndonos una representación suya en todas nuestras acciones.
Dia 12. ¡Ah!¡Cuánto agrada padecer siempre y al fin morir en la cruz, oprimidos “bajo el peso de toda clase de penas, miserias, desprecios; abandonos y humillaciones!
Dia 13. La cruz es un bálsamo precioso, que pierde delante de Dios su buen olor cuando le da el aire; por eso es preciso esconderla y llevarla en silencio, cuanto sea posible.
Dia 14. No cesemos un solo momento de padecer; que sin padecer no se puede amar.
Dia 15. ¡Oh! ¡Qué útil es la cruz en todo tiempo y lugar
Dia 16. Abracemos afectuosamente la cruz sin mirar de qué clase de madera o con qué instrumento ha sido hecha, pues ninguna cosa nos une tanto al Sagrado Corazon de Jesús como la cruz, que es la más preciosa prenda de su amor.
Dia 17. No es necesario pedir padecimientos, siendo más conforme a la perfección el no pedir nada ni rehusar nada, sino abandonarse al puro amor para dejarse crucificar y consumir, según plazca al Sagrado Corazon de Jesús.
Dia 18. El amor de nuestra abyección es un remedio poderoso para curar las llagas que el amor propio causa a nuestro corazon.
Dia 19. Pidamos al amable Corazon de nuestro buen Señor, que consuma el maldito amor propio en el fuego sagrado que vino a traer al mundo, y en que arden continuamente Jos corazones de buena voluntad.
Dia 20. Conviene amar al amable Corazon de nuestro buen Señor a costa de todo; el amor puro lo quiere todo o nada.
Dia 21. Vuestro corazon es todo del Corazon Sagrado de Jesús; más quiere Jesús poseerlo solo, es decir, vacío de todo cálculo sobre nosotros mismos, y libre del apego a ninguna cosa por santa que nos parezca.
Dia 22. Nuestro corazon es tan pequeño que no puede contener dos amores; y hecho solamente para el amor de Dios, no encuentra descanso cuando se le mezcla cualquier otro.
Dia 23. Es menester quedar contentos y conformarnos con la voluntad santísima del amable Corazon de nuestro buen Señor, en el despojo y en la falta de placeres, amigos, consuelos, talentos, permaneciendo así sumisos, en la oración y fuera de ella, al cumplimiento de su beneplácito; y alegrándonos cuando le encontremos en el aniquilamiento perfecto de nosotros mismos y de todos nuestros gustos.
Dia 24. Unid todas vuestras acciones al Sagrado Corazon de Jesús para que al principio os sirva de disposición, y al terminarlas de satisfacción.
Dia 25. Cuando no podáis hacer nada en la oración, contentaos con ofrecer la que por nosotros hace el divino Salvador en el Santísimo Sacramento del Altar, ofreciendo sus llamas para reparar toda nuestra tibieza.
Dia 26. Cuando te sobrevenga cualquier disgusto, aflicción o mortificación, dite a ti mismo:
Toma lo que te envía el Sagrado Corazon de Jesús, para unirte a sí, y procura sobre todo conservar la paz del corazon, que vale más que cuantos tesoros se pueden imaginar.
Dia 27. El modo de conservar la paz del corazon es no tener voluntad y sustituir la propia con la del divino Corazon, para dejarle querer para nosotros todo lo que contribuya más a su gloria, quedando satisfechos con someternos y abandonarnos a Él.
Dia 28. El amable Corazon de Jesús suplirá todos nuestros defectos, porque amará a Dios por nosotros, y nosotros le amaremos en él y mediante él.
Dia 29. Todo negocio, toda cosa, consiste en el amor de Dios y en el aborrecimiento de nosotros mismos.
Dia 3o. Amemos á Jesús, único Esposo de nuestras almas; pero amémosle en todo y, sobre todo, sin gusto, ni placer, ni sentido; y en las desolaciones y las penas igual que en los goces y consuelos.
Dia 31. No le basta á Jesús la clasificación de ti mismo, con que procuras hacerle vivir en ti por medio de las gracias y de su amor; le agradará mucho más que otros te crucifiquen con corregirte, y mortificarte y humillarte, y muchas veces hasta se complace en crucificarte Él mismo afligiéndote por dentro y por fuera.
Día 1. A un alma que tenga verdaderos y grandes deseos de ser toda de Dios, ¿qué le importa la manera y el camino por donde Él la lleve? Con tal que el Señor esté contento, esto solo debe bastarnos.
Día 2. Debemos hacer conocer la verdad de nuestros buenos deseos con las obras, más bien que con las palabras, que son sospechosas si no las abona nuestra conducta.
Día 3. En un alma que quiera ser toda de Dios no se compagina el que con frecuencia cometa faltas voluntarias de sinceridad, y que lo haga intencionadamente, buscando subterfugios y ciertas simulaciones en sus palabras y obras, y no caminando por la senda derecha de los que miran solo a Dios en todo lo que hacen, y sin artificio alguno solo a Dios toman por divisa.
Día 4. Si viera yo en un alma todas las virtudes sin la sinceridad, aunque esa alma estuviera enriquecida con otras muchas gracias, digo que todo esto no me parecería más que engaño é ilusión.
Día 5. Paréceme que, para llegar a la perfección, no hay camino más corto, ni medio más seguro de salud, que el consagrarse uno todo entero al divino Corazon, para rendirle todos los homenajes de amor, honor y alabanza de que seamos capaces.
Día 6. Con las faltas de sencillez se da al enemigo poder completo para hacer burla de nosotros y engañarnos como quiera: él se engríe mucho cuando le guardamos el secreto.
Día 7. ¡Ah!: Si pudierais entender cuánto bien es amar al Sagrado Corazon y ser de él amado! Ninguno de los que le estén particularmente dedicados y consagrados, creo que se podrá perder.
Día 8. Si oímos hoy la voz del Señor, no endurezcamos nuestros corazones, no tardemos un momento en entregarnos plenamente a la gracia.
Día 9. El hacerte santo en ti estará y en nadie más, mediante las grandes gracias que te dispensará el Sagrado Corazon, si quieres corresponderle siguiendo fielmente sus santas inspiraciones y los buenos movimientos que te concede.
Día 10. El hacerte santo te costará trabajo por parte de la naturaleza, que teme su propia destrucción y esto da pena; pero ¡ay! ¿se podría hacerla morir sin sufrir bastante, puesto que en nosotros todo es contrario?
Día 11. De continuo se rebelan nuestras pasiones, y así caemos con frecuencia; mas no hay que turbarse por eso, ni abatirse, ni desmayar, sino hacerse violencias y sacar ventajas de las mismas caídas para animarnos más y más, como los santos, que experimentaron debilidades lo mismo que nosotros.
Día 12. Nos conviene luchar, como los santos, en contra de nosotros mismos hasta el último extremo, y morir con las armas en la mano, que la corona sólo es para los que vencen.
Día 13. Cualquier juicio que los hombres formen de mí, no puede hacerme diferente a los ojos de Dios.
Día 14. Di en todas tus acciones: Dios mío, hago o sufro esto en el Corazon, y según las santas intenciones de vuestro divino Hijo, que se ofrece para reparar cuánto hay de impuro é imperfecto en las mías, y así en todo lo demás.
Día 15. Al presente, el Sagrado Corazon no puede contener dentro de sí sus llamas, y por eso las lanzas ardentísimas en los corazones que están dispuestos a inflamarse. ¡Oh! Hagámonos dignos de arder en estas llamas eternamente.
Día 16. Estad siempre pronto a hacerlo todo y a sufrirlo todo, al menor indicio de la voluntad de Dios, con la obediencia que debéis practicar con quien os manda en su nombre.
Día 17. Toda mi fortaleza y todo mi sostén es mi Soberano Señor, en medio de todos los afanes y trabajos que no cesan de agitarme de diversos modos.
Día 18. Una casa religiosa es un lugar santo: las almas que en ella moran están destinadas, no a servir a Dios con virtud común, sino a hacerse santas.
Día 19. Más me agrada (dijo el divino Maestro a la B. Margarita) el que un alma religiosa use de comodidades por obediencia, que el verla cargarse de austeridades y ayunos por su gusto.
Día 20. ¡Oh qué duro es el vivir sin amor a Dios! Mas, ¿cómo se puede amar a un Dios crucificado sin amar la cruz, sin vivir y morir sobre la cruz?
Día 21. Vivid totalmente abandonados al amor de nuestro Señor Jesucristo, dejándoos dirigir de su amorosa Providencia, sin pedir ni rehusar cosa alguna.
Día 22. Mirad siempre a Dios, y no a las criaturas, en cualquier suceso; y esto os hará recibir igualmente de su mano adorable lo dulce y lo amargo, los consuelos y las mortificaciones, y bendecirle por todo.
Día 23. Cumplid con inviolable fidelidad todas nuestras santas prácticas, sin descuidar ni la más pequeña parte de ellas, y así ganareis el corazon de vuestro buen Padre, que os ama con ternura.
Día 24. Ten presente que siendo esposa de un Dios crucificado, le debes ser totalmente sacrificada, a fin de que él establezca en tu alma su reino, que es un reino de paz en los sufrimientos.
Día 25. Tolerad con silencio y por amor al amabilísimo Corazon de Jesús todas las humillaciones, trabajos y contradicciones que en lo sucesivo podáis recibir, y esto sin quejaros; sino que cuando os sobrevengan deberéis aceptarlos como prenda de amor, y sin turbaros recurrir al amor de vuestra abyección.
Día 26. El divino Corazon se complace en establecer su morada en nuestra pequeñez y nuestra nada.
Día 27. Referid a Dios la gloria de todo, no dejando para vosotros más que la impotencia y la pobreza, el desprecio y el dolor.
Día 28. No os entretengáis en ir buscando siempre nuevos medios de perfección, teniendo presente que la vuestra consiste en una sola palabra: en conformar vuestra vida y vuestras acciones con las santas máximas del Corazon de Jesús, especialmente con su dulzura, caridad y humildad.
Día 29. Quiere el Sagrado Corazon de Jesús que le sirváis y améis constantemente, para que le correspondáis de algún modo al amor que os tiene.
Día 3o. El enemigo despierta en nuestra corrompida naturaleza nuevas repugnancias, disgustos y aversión al bien, procurando así asustarnos y confundirnos para impedir que crezcamos en la virtud, y que adelante la obra de nuestra perfección.
DÍA 1. No disputéis con la gracia que os solicita hacer el bien y huir del mal: pensad frecuentemente que esta misma gracia que ahora tan eficazmente os estimula, y de quien tantas veces habéis ya resistido, se retirara por fin de vosotros, y os dejara como terreno seco y estéril.
DÍA 2. El Sagrado Corazón será vuestro amigo con tal que no busquéis otros en las criaturas, ni os mostréis disgustados ni repulsivos con el prójimo, sino antes dulces, humildes y caritativos en todo evento.
DÍA 3・ No nos acongojemos por nuestros pequeños disgustos, que ordinariamente no nacen de otra causa sino de que no ponemos bastante empeño en mortificarnos y hacernos sencillos cortando los cálculos de nuestro amor propio.
DÍA 4. Los cálculos del amor propio hacen que no se quiera sufrir más que lo que viene bien, y que se haga mal uso de las ocasiones que la divina Providencia nos manda, sin haberlas nos- otros previsto ni buscado.
DÍA 5. No hay cosa que tanto avergüence al demonio y le haga impotente contra nosotros, como la acusación sincera de nuestros defectos, y la manifestación franca de nuestro bien y nuestro mal, hecha a nuestros directores.
DÍA 6. Quiere el Sagrado Corazón que vivamos despojados de todo lo que no es Dios, y pretende ser El solo nuestro amigo, nuestro apoyo y nuestro placer.
DÍA 7. Se todo de Dios, sin división y sin reserva.
DÍA 8. Arrójate frecuentemente en los brazos de Dios y en el divino Corazón de Jesús: abandónate d todo lo que quiera hacer de ti.
DÍA 9. Esta dispuesto y pronto a hacerlo todo y sufrirlo todo en el silencio de un alma perfectamente entregada A Dios.
DÍA 10. Es menester am ar al Sagrado Corazón, de manera que ya ni vivamos ni respiremos más que para El.
DÍA 11. El adorable Corazón de Jesús quiere establecer en todos los Corazón es el reino de su amor puro, arruinando y destruyendo el de Satanes.
DÍA 12. El divino Salvador me ha hecho saber muchas veces que la más pequeña penitencia, hecha por obedecer le es más grata que las mayores austeridades que yo practicara por mi elección.
DÍA 13. No hay nada que haga tanto daño a una persona religiosa como la falta de obediencia, por pequeñita que sea, bien a los superiores, bien a las reglas.
DÍA 14. La más mínima replica sobre la obediencia con cualquier señal de repugnancia es un defecto insoportable d los ojos de Dios.
DÍA 15. Yo no comprendo como una esposa de Jesucristo crucificado pueda amarle, y huir de la Cruz: ¿no es esto huir a la vez del que la lleva por nuestro amor y la hizo objeto de sus ansias?
DÍA 16. ¡Que felicidad poder padecer siempre en silencio y por último morir en la Cruz bajo el peso de todo género de miserias del cuerpo y del espíritu entre el olvido y el desprecio!
DÍA 17. No nos cansemos de sufrir en silencio; buena es la Cruz en todo tiempo y lugar para que nos unamos a Jesús.
DÍA 18. Yo me precipitaría de buen grado en todas las penas imaginables antes que comparecer ante la terrible santidad de Dios con un solo pecado.
DÍA 19. Todo debe sernos indiferente, con tal que el divino Corazón esté contento; esto debe bastarnos.
DÍA 20. No debemos respirar sino llamas y amor: amor puro, amor que nos crucifique y sacrifique con la inmolación continua de nosotros mismos a la voluntad divina.
DÍA 21. Los dolores, las humillaciones, los desprecios, las contradicciones y todo lo que hay más amargo para la naturaleza se torna en bien en el Corazón adorable de Jesús, que quiere ser únicamente amado.
DÍA 22. El Corazón dulcísimo de Jesús quiere poseernos sin reserva y quiere hacerlo todo en nosotros, sin resistencia de nuestra parte.
DÍA 23. Muchas veces por querer hacer demasiado, lo echamos a perder todo, y obligamos al Señor a que nos deje hacer y se retire enojado.
DÍA 24. Amemos al Sagrado Corazón con todas nuestras fuerzas; démosle todo a su amor para que él nos consuma y purifique con sus divinos ardores.
DÍA 25. Es menester luchar contra nosotros mismos hasta lo último y morir con las armas en la mano: la corona no se da sino d los vencedores.
DÍA 26. Procuremos que nuestra vida no deshonre la santa vocación a que hemos sido llamados, vocación que exige de nosotros una vida angelical.
DÍA 27. Conviene que nos abandonemos entera- mente, y que por el perfecto olvido de nosotros mismos no queramos ni deseemos nada, y lo encontraremos todo en Dios.
DÍA 28. El divino Maestro quiere el amor y el homenaje de sus criaturas, libres, francos y amorosos, sin violencia ni disimulo.
DÍA 29. Aprovechémonos del tiempo que Dios nos concede, y no tardemos en darnos al Señor, pero sin turbarnos: que la turbación no sirve más que para aumentar nuestros males.
DÍA 30. El espíritu de Dios obra en la paz: acudamos a Él con amor y confianza, y nos recibirá en los brazos de su misericordia; pero después de esto tengamos cuidado de no apartarnos de él, pues tantas recaídas voluntarias son muy peligrosas, en especial para un alma religiosa.
DÍA 31. ¿De qué serviría hacer buenos propósitos, si llegada la hora no quisiéramos ponerlos por obra?
Día 1. Apoyaos fuertemente en Dios con entera confianza en su bondad, que no abandona jamás a los que esperan en Él, desconfiando de sí mismos.
Día 2.No dejes nunca el bien comenzado, a no ser por orden de los que dirigen tu espíritu.
Día 3.Es buena señal cuando la gracia nos em-puja y solicita; pero debemos temer no sea que se cause y nos abandone.
Día 4.La humildad es la virtud del Sagrado Corazón, que no abate en nosotros su grandeza sino a medida que nos encuentra aniquilados en el amor de nuestra pequeñez Él tendrá cuidado de elevarnos en la unión consigo, tanto cuanto la humildad nos aparte del afecto de todo lo que puede llamar nuestra atención a las criaturas.
Día 5.Aprovechaos de todas las ocasiones de humillaros que la divina Providencia os presente, sin ocuparos en pensar en vosotros mismos; pues esto no agrada al Sagrado Corazón.
Día 6. El demasiado reflexionar acerca de nosotros mismos impide el efecto de los designios de Dios sobre nosotros; por consiguiente, olvido y silencio de nosotros mismos y de lo que nos concierne.
Día 7.¡Dios mío, que gran tesoro es el amor de nuestro abatimiento! ¡qué cosa no deberemos hacer y padecer por tenerlo! El alma que de Él goza está en seguro, y nada puede faltarle por-que el Omnipotente se complace y descansa en ella.
Día 8.En las visitas al Santísimo Sacramento sea vuestra petición el amor de vuestro abatimiento para honrar el aniquilamiento de un Dios oculto y humillado por vuestro amor.
Día 9.Caminad rectamente con paz y acción de gracias por el camino de la humildad, sin preocuparos de ver lo que hacéis, ni si adelantáis; pero abandonaos ciegamente con fe y confianza de los cuidados de la Providencia, sin retroceder jamás.
Día 10.Dejaos llevar, y pensad muchas veces que el niño no puede perecer entre los brazos de un Padre omnipotente.
Día 11.Hacer y padecer por amor es el verdadero secreto de los amantes del Amado.
Día 12.El Amor no quiere llenarse más que de amor, a fin de que por Él mismo podamos darle todo lo que de nosotros espera: amor fuerte que no se deja abatir, amor puro sin interés, amor crucificado que no encuentra alegría sino en el sufrimiento para conformarse al Amado.
Día 13.Siendo para nosotros el amable Corazón de Jesús todo en todas las cosas, podremos decir con San Pablo que ya no vivimos nosotros, sino que es Él quien en nosotros vive.
Día 14.Amemos a este único amor de nuestras almas, porque Él nos ama primero, y todavía nos ama con tanto ardor que se consume de continuo en el Santísimo Sacramento.
Día 15.Para los que aman ardientemente el Sagrado Corazón de nuestro amable Jesús ya no hay sufrimientos, porque los dolores, humillaciones, contradicciones, todo se trueca en amor.
Día 16.¡Ah! ¿Porque no ardemos en el fuego del divino amor que Jesús vino atraer al mundo? Si, es menester consumirse; y este Corazón Sagrado será el altar de nuestro sacrificio.
Día 17.El Corazón divino tiene cuidado particular de las almas que se abandonan a Él confiadamente.
18.Nuestro amable Salvador mortifica y vivifica cuando y como le place, sin que nos sea licito preguntarle el por qué: debe bastarnos el que lo haga, porque así es su beneplácito, al que debemos someternos amorosamente.
Día 19.Cuando se trata de la salvación eterna, es preciso sacrificarlo todo, sufrirlo todo y abandonarlo todo. Por más que Dios quiera salvamos. quiere que contribuyamos por nuestra parte; de lo contrario, no hará nada sin nosotros.
Día 20.Tened animo: vuestras penas, sufridas con paciencia, valen mil veces más que todas las austeridades: esto es lo que Dios quiere de vosotros al momento.
Día 21.El divino Corazón no os abandonará, nunca: antes tendrá un cuidado particularísimo de vosotros si os abandonáis y confiáis en Él en cuantas ocasiones se trate de su gloria y de probarle vuestro amor.
Día 22.Cuando os sobrevenga cualquier pena, mortificación u aflicción, decid: Toma lo que el Sagrado Corazón de Jesús te manda para unirte a Él.
Día 23.Procura conservar la paz del Corazón, que vale más que todos los tesoros imaginables: el mejor medio de conservarla es el tener ” voluntad, sino poner la del Sagrado Corazon en lugar de la nuestra.
Día 24.El adorable Corazón de Jesús suplirá cuanto pueda faltaros, si os abandonáis a Él; porque Él amará a Dios por vosotros, y vosotros le amareis en Él y por El.
Día 25.A memos al Único de nuestra alma, pero amémosle en todo y, sobre todo, sin gusto, sin sentimiento, sin placer: en el sufrimiento y en la desolación, igual que en la alegría de los consuelos.
Día 26.Recurrid confiadamente a la amorosa bondad del Corazón divino: no os abandonéis, porque desea haceros bien y está dispuesto d recibiros siempre que volváis humildemente a Él, si por desgracia os apartasteis algo.
Día 27.No queramos desmayar; pero recibamos con buen Corazón y con espíritu de sumisión las pequeñas mortificaciones que la Providencia permitir que nos sobrevengan: procuremos hacer buen uso de ellas.
Día 28.Confiad en la bondad de nuestro Señor en medio de las cruces que os manda: no os abandonará, porque sabe sacar bien de nuestros males, y de nuestras aflicciones su gloria.
Día 29.Nuestra santa vocación, lo mismo en la aflicción que en los consuelos, debe hacernos sumisos a la voluntad adorable de Dios, que es siempre amable en sí misma.
Día 30.Abracemos de buen grado todo lo que Dios dispone, diciendo en todos los casos: Dios mío hágase tu voluntad.
Día 1. Acogeos al Corazón Sacratísimo de Nuestro Señor Jesucristo si queréis vencer a vuestros enemigos y encontrar la fortaleza y el consuelo que necesitáis: no os lo negará si se lo pedís.
Día 2. En todo lo que hagamos no debemos poner la mira sino en unirnos a Dios y conformarnos a nuestro Esposo crucificado; más para esto es preciso pasar por encima de todos los respetos humanos, que tanto abaten a nuestra perfección.
Día 3. Solamente los que se hacen violencia logran el cielo: debéis saber que en la vida religiosa es preciso hacerse violencia continua, porque es vida totalmente opuesta a la carne y los sentidos, vida crucificada, que con razón puede llamarse muerte viva.
Día 4. No queramos servir a Dios a medias, siendo así que, conforme Él se da todo entero a quien le ama, quiere igualmente poseer por en tero el Corazón de ellos.
Día 5. Una buena religiosa debe estar siempre ejercitándose en morir para todos los placeres de la vida mediante la mortificación de los sentidos y la humildad profunda del Corazón, que la lleven al desprecio y olvido de sí misma.
Día 6. Las dulzuras interiores producen en nosotros vanas complacencias y nunca puro amor.
Día 7. Note aflijas por las penas internas, pues de ellas puedes sacar el mayor consuelo, siempre que las soportes con paz, sumisión y abandono al Sagrado Corazón de Jesús, que no te las envía sino por un exceso de amor.
Día 8. Es preciso procurar mantenerse siempre en aquella misma disposición en que querremos comparecer en la presencia de Dios: así no temeremos que la muerte nos sorprenda.
Día 9. ¿Qué puede temer al morir una buena religiosa, cuya vida no debe ser más que un continuo morir a sí misma y todos los placeres para no tener otro que el de sacrificarse con su amado Esposo Jesús?
Día 10. Nuestro Corazón no se ha hecho más que para Dios: ¡ay de él si se contenta con menos que con Dios, o si alimenta cualquier otro fuego que el de su puro amor!
Día 11. En nombre del Sagrado Corazón de mi Jesús, no formaré ya tantos cálculos y excusas de amor propio: observemos exactamente el silencio, sobre todo en las ocasiones de mortificarnos.
Día 12. Seamos caritativos y humildes en los pensamientos y palabras, y el Sagrado Corazón será con nosotros más liberal de sus gracias.
Día 13. ¡Oh! Si pudiéramos comprender bien cuánto perdemos no aprovechando las ocasiones de sufrir, ya tendríamos bastante más cuidado de no perder ni un momento de pena.
Día 14. Creo que no podréis dar al Sagrado Corazón mayor señal de amor y que le sea más grata, que albergándolo en el lugar de delicias que El mismo se ha fabricado. Es decir, en vuestro Corazón; pero es menester echar de él los ídolos que tanto tiempo habéis adorado, vuestro orgullo, vuestra propia voluntad y cualquier apego a las criaturas.
Día 15 Cuando caigamos en cualquier falta, hay que pedir al Corazón divino que satisfaga por nosotros a su justicia y nos conceda su gracia y misericordia, aunque no la merezcamos.
Día 16. ‘Tomaremos a pecho el unirnos con el espíritu y el Corazón a la Inmaculada Virgen cuando esté de nuestra parte para rendir homenaje al Verbo encarnado, este Dios hecho niño en su seno, adorándole y amándole silenciosamente con ella.
Día 17. Ofreced cinco veces al Padre Eterno los sacrificios que el Corazón de su divino Hijo le ofrece, pidiéndole que todos los Corazón es se conviertan a Él.
Día 18. Para honrar al aniquilamiento de este Corazón adorable, haréis cinco prácticas de humildad, manteniéndoos en el profundo abismo de vuestra nada: estad muy contentos de ser humillados y despreciados.
Día 19. No digas palabra alguna por vanidad, ni para excusarte: no busques ser amado más que del Corazón divino de Jesús: ofrécele cinco prácticas, diciendo: Sacrificium Deo espíritus contribulatus; cor contritum et humiatum, Deus, non despicies.
Día 20. Haz cinco prácticas de silencio interno y externo, rechazando todo pensamiento inútil: haz nueve genuflexiones, repitiendo en cada una: Venite adoremus.
Día 21. Cortad toda palabra superflua en tiempo de silencio, y tened recogidos los sentidos: con la mayor frecuencia que podáis, haréis esta aspiración: «¡Oh, divino Corazón de Jesús, viviente en el Corazón de María, os conjuro que vivais y reineis en todos los Corazónes, y los consumais en vuestro purísimo amor!»
Día 22. Para vivir con la vida del amor del Verbo Encarnado, presentad al Sagrado Corazón los vuestros tres veces al dia, pidiendo al Espíritu Santo la gracia de que os conserve aquel espíritu de amor que os una y trasforme enteramente en Él.
Día 23. Para honrar la vida de sacrificio de Jesús, unireis y ligareis vuestro espíritu al suyo; que el amor tiene inmolado como víctima de la divina justicia para sacrificarse á cuanto hay de más doloroso, pobre, vil y abyecto. Nueve genuflexiones, diciendo en cada una: Et Verbum caro factum est.
Día 24. Para honrar la vida de abandono, mediante la cual el amor tiene a Jesús como aniquilado, oculto y desconocido del mundo, tendréis vuestra voluntad y todos vuestros afectos aniquilados en los de Jesús, con entera sumisión y adhesión a su divino beneplácito. Cinco prácticas de humildad.
Día 25. Tendrás por gerencia tuya el Sagrado Corazón de Jesús, en el cual lograrás amor de hijo para con Dios, de padre para con el prójimo, y de juez para contigo mismo.
Día 26. Tu herencia será la llaga de la mano derecha de nuestro Señor, de la que tomarás con qué satisfacer por todos los defectos de caridad y de pureza de intención.
Día 27. Vuestra herencia será Jesús Sacramento, donde encontrareis un maná escondido que os infundirá hastío de todas las cosas de la tierra, a las cuales preferiréis la vida oculta y sacrificada de Jesús en el Sacramento.
Día 28. Vuestra herencia será el jardín de las Olivas con Jesús entristecido hasta la muerte, que será el tesoro para pagar vuestras falsas alegrías. Su oración servirá para reparar el tiempo en las vuestras, y para obtener la gracia del don perfecto de oración y unión con Dios.
Día 29. La humildad hará reinar á Jesús en vuestros Corazones y os conservará en su amistad: la pureza de Corazón y de intención os hará objeto de sus amorosas complacencias.
Día 3o. La caridad os hará reinar en el divino Corazón de Jesús; pues no hay que forjarse ilusiones, no somos al presente más que bosquejos manchados, y es necesario que nos esmeremos en limpiarnos y perfeccionarnos.
Día 31. He aquí el reto que os propongo para el año nuevo. Consiste en tres prácticas: la primera, pureza en nuestras intenciones; la segunda, humildad de Corazón en todas nuestras acciones; la tercera, humildad sin mezcla de propio interés en nuestras pretensiones.
El Sagrado Corazón no quiere que os fije el número de estas prácticas: lo deja al ardor de nuestro amor, y por él quiere conocer quién es el que más le ama.