Consejos sobre la manera de practicar la conformidad con la divina voluntad

Oración en Getsemaní

Para terminar estas páginas tan hermosas sobre la conformidad con la voluntad divina, añadiremos algunos consejos prácticos, dados por la Sierva de Dios sobre este asunto.

Pueden reducirse a dos puntos principales: entrada en este camino de abandono a la divina voluntad, y conducta que se debe seguir en este camino.

¿Cómo entraremos en el camino del perfecto abandono?

 

“Para comenzar, escribe la Santa, os invito a que hagáis al Corazón de Jesucristo, sobre todo después de la Santa Comunión, un completo sacrificio de todo vuestro ser espiritual y corporal y de todo lo que habéis hecho y podéis hacer, a fin de que después de haber purificado en el Corazón Sagrado todo lo que no le agrada, disponga de ello según su voluntad.

Arrojaos, pues, después de la Santa Comunión en los brazos del amorosa Providencia del Sagrado Corazón, abandonándoos y entregándoos totalmente al divino poder de su amor para todo lo que le plazca, pidiendo por este divino Corazón que os conceda la gracia de vivir en lo porvenir como si fuerais sordos, ciegos y mudos.”

¿Qué medios conviene emplear para mantenerse en este camino de perfecta conformidad?

La Santa no indica otros que aquellos de que nuestro Señor mismo se sirvió en Getsemaní, durante su dolorosa agonía. Como Él y con Él es preciso rogar y hacer protestas de sumisión.

“El Sagrado Corazón de Jesús, dice la Sierva de Dios, no tendrá por desagradable vuestra súplica; pero que sea ésta para conseguir la perfecta conformidad con la voluntad divina.

Tomad por aspiraciones, en toda clase de acontecimientos, estas palabras de nuestro Señor: Fiat voluntas tua!

¡Dios mío, que haga como vos queréis! ¡el Señor haga su voluntad y no la mía! ¡que se cumpla la voluntad de Dios, y nada más! ¡Dios sea bendito eternamente! ¡yo me entrego a vos! ¡amen!”

Del libro El Reinado del Corazón de Jesús (tomo3), escrito por un P. Oblato de María Inmaculada, Capellán de Montmartre. Publicado en Francia en 1897 y traducido por primera vez al Español en 1910.