Gabriel María Verd, S.J, Meditaciones sobre la oración rítmica “Corazón de Cristo“
Escóndeme, Señor, dentro de tu corazón, en el que habita toda la plenitud de la divinidad, para que mi vida este escondida en Dios (Col 3,3). Escondida en la humildad, en el trabajo, en el ocultamiento y en la oración. Que no prefiera los vanos y fugaces atractivos de este mundo a los tesoros infinitos de tu vida divina.
Escóndeme, Señor, en la llaga de tu pecho, fuente del nuevo paraíso (Gén 2,1;Zac 14 ,8; Ap 22, 1-2) , manantial de la vida y torrente de misericordia. De ella sacaré con gozo las aguas de la salvación (Is 12,3).
Corazón de Cristo, en quien están todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, a esconderme bien dentro de ti, para que llegue al pleno conocimiento del misterio de Dios, que eres tú mismo, Cristo (Col 2,2-3), a fin de que, penetrando en este misterio, escondido desde el origen de los siglos en Dios, creador de todo, puede anunciar al mundo sus inescrutables riquezas (Ef 3,4-9).
Sí, escóndeme, Señor, en tu corazón, y así podré comprender con todos los Santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad de tu amor, amor que esté de todo conocimiento (Ef 3,18 –19 ).
Escóndeme, Señor, En tu costado, para que en ese asilo de justicia y amor encuentre descanso en las tribulaciones, no me extra bien con las cosas mundanas y vanas (San Ignacio, EE63), hallé defensa contra las tentaciones y el pecado, y alcance mi salvación eterna.
¡Oh Casa de Dios y puerta del cielo! Enséñame, Señor, a orar, y dame una fuerte vida interior. Esta me tus sentimientos para que sepa amar y orar al Padre como lo hiciste tú.
“En las grietas de la roca, en escarpados escondrijos, muéstrame tu semblante y déjame oír tu voz “ (Cant 2,14). Introduce me, Sr., En tu vida divina. Esconderme en tu corazón, templo Santo de Dios y morada de la santísima Trinidad, para que pueda entrar en la intimidad de las tres divinas personas, por los siglos de los siglos.