Gabriel María Verd, S.J, Meditaciones sobre la oración rítmica “Corazón de Cristo“
Moldéame, Señor, Dentro de tu corazón. Pues, establecida en él ni perpetua morada, quiero que sea el molde perfecto en el que se forme el mío. Y no tener otros pensamientos y otros sentimientos que los que tienes tú.
Tú, que dijiste “aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11,29), admite me en tu escuela de santidad, dándome la difícil fortaleza de tu mansedumbre y la grandeza de tu humildad.
Corazón de Cristo, abismo de todas las virtudes, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre, que veía en ti un modelo vivo de comportamiento: de misericordia y de justicia, de templanza y de prudencia, de valentía y de paciencia, de pobreza y castidad.
Corazón de Cristo, lleno de bondad y de amor, y de cuya plenitud todos hemos recibido, comunicarme tu caridad infinita hacia el Padre y los hombres, tu esperanza inquebrantable, tu fe, tu bondad, tu alegría, tú gozo y tu paz.
Tú, que, unido sustancialmente al Verbo de Dios, no tuviste otro norte y otro alimento que la voluntad del Padre desde tu entrada en el mundo –“He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, y llevó tu ley en el corazón” (Sal 4,8-9; Hebr 10,7)-, que sea ella mi única preocupación, mi alegría, mi deseo y mi descanso. Tú, que te hiciste “obediente hasta la muerte y muerte de cruz” (Filp 2,8), dame una total obediencia al Padre , y a la Iglesia y tus representantes. Tú, que fuiste escuchado por tu gran reverencia (Hebr 5,7), dame tu mismo “acatamiento amoroso” (San Ignacio).
Moldéame, Señor, Según tu corazón, porque quiero que, como en ti (Mt, 3,17), el Padre halle en mí sus complacencias, viendo en mí el rostro de su hijo. Yo, que estoy llamado por tu misericordia, a reproducir tu imagen (Rom 8,29º) , nada menos que la imagen de Dios invisible, oh Primogénito de toda la creación (Col 1,15).
Corazón de Cristo, haz mi corazón semejante al tuyo.