El Corazón de Jesús y las familias

Jesús y las familias

Las familias en General

            Para preparar y prolongar en casa el culto celebrado en la Iglesia, la familia cristiana recurre a la oración privada, que presenta gran variedad de formas. Esta variedad, mientras testimonia la riqueza extraordinaria con la que el Espíritu anima la plegaria cristiana, se adapta a las diversas exigencias y situaciones de la vida del que recurre al Señor. Además de las oraciones de la mañana y de la noche, hay que recomendar explícitamente-siguiendo también las indicaciones de los Padres sinodales- la lectura y meditación de la palabra de Dios, la preparación a los sacramentos, la devoción y consagración al Corazón de Jesús, las varias formas de culto a la Virgen Santísima, la bendición de la mesa, las expresiones de la religiosidad popular.

Las familias que sufren

            Deseo añadir una palabra en favor de una categoría de personas que por la situación concreta en la que viven-a menudo no por voluntad deliberada-, considero especialmente cercanas al Corazón de Cristo, dignas de afecto y solicitud activa de la Iglesia… Hay en el mundo muchas personas que, desgraciadamente, no tienen en absoluto lo que con propiedad se llama una familia. Grandes sectores de la humanidad viven en condiciones de enorme pobreza, donde la promiscuidad, la falta de vivienda, la irregularidad de las relaciones y la grave carencia de cultura no permiten poder hablar de verdadera familia. Hay otras que, por motivos diversos, se han quedado solas en el mundo. Sin embargo, para todas ellas existe una “buena nueva de la familia”… La Iglesia es casa y familia para todos, especialmente para cuantos están fatigados y cargados (Mt 11,28).

            San Juan Pablo II, carta apostólica Familiaris consortio, 22 de noviembre de 1981