San Juan Pablo II, Ángelus dominical del 24-07-1979.
El Corazón de Jesús y la reparación
El Corazón del Redentor vivifica a toda la Iglesia y atrae a los hombres que han abierto sus corazones “a la riqueza insondable” de este único Corazón.
Mediante este encuentro de hoy y mediante el Ángelus de este último Domingo del mes de junio, deseo de manera especial, unirme espiritualmente con todos los que tienen sus corazones humanos en particular sintonía con este Corazón divino. Esta familia es numerosa. No pocas congregaciones, asociaciones, comunidades, se desarrollan en la iglesia y sacan del Corazón de Cristo de modo programático la energía vital de su actividad.
Este vínculo espiritual lleva siempre a un gran resurgimiento de celo apostólico. Los adoradores del Corazón divino se convierten en los hombres de la conciencia sensible. Y cuando les es concedido tener trato con el Corazón de nuestro Señor y Maestro, entonces se despierta en ellos también la necesidad de la reparación por los pecados del mundo, por la indiferencia de tantos corazones, por sus negligencias.
¡Que necesaria es en la Iglesia esta falange de corazones vigilantes, para que el amor del Corazón divino no esté solo y sea correspondido! En este ejército merecen una mención especial todos los que ofrecen sus sufrimientos como víctimas vivas en unión con el Corazón de Cristo traspasado en la cruz. El sufrimiento humano, trasformado así con el amor, se convierte en fermento especial de la obra salvífica de Cristo en la Iglesia.