Día 5 de Junio: Mejor que cualquier Padre
Pasaje evangélico:
“¿Quién de vosotros si su hijo le pide pan, le da una piedra, o si le pide pescado le da una serpiente? Sí, pues, vosotros que sois malos days cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo os dará cosas buenas si se lo pedís! Mateo, 7,9 al 11.
Oración diaria:
Gracias, Señor, por ser tan buen Padre. Los Padres de la tierra no son más que un reflejo de ti. Las cosas buenas que hacen por sus hijos son una pálida imitación de tu bondad con nosotros. Soy feliz de ser tu hijo. Estoy contento en tu casa, en nuestro hogar. Has creado un buen ambiente. Tras mi trabajo me encanta volver a casa y encontrarte allí. En Ti encuentro descanso y confianza. Me siento cogido y querido. Por eso no quiero salir de casa. Quiero oírte. Escuchar tus relatos. Escrutar tu mente. Conocer tu Corazón. Dejarme educar por Ti. Gracias por haberme engendrado. Amén.
(petición )
Pensemos en algún devoto del Corazón de Jesús:
San Juan Eudes. Sacerdote francés dedicado a dar misiones populares. Recorría los pueblos y campos enseñando la doctrina cristiana y diciendo a los hombres que Dios les amaba. Que como prueba ahí está el Corazón de Jesús, símbolo del amor divino. Les explicaba esta devoción de cercanía de benevolencia. Lo mismo con sus varias fundaciones religiosas que hizo. Consiguió por primera vez las fiestas litúrgicas del Corazón de María (1643) y del Corazón de Jesús (1672), un año antes de la primera manifestación del Sagrado Corazón a Santa Margarita María de Alacoque. Lo consiguió sólo para su congregación de Caen (norte de Francia). En su libro “La vida y el reino de Jesús” explica esta devoción del amor. Distingue tres corazones en Jesús: el corporal, el espiritual y el divino. Murió en 1680, diez años antes que Santa Margarita María de Alacoque.
Oración de todos los días: “de San Ignacio de Loyola“
Tomad, Señor, y recibid
toda mi libertad,
mi memoria, mi entendimiento
y toda mi voluntad;
todo mi haber y mi poseer.
Vos me lo disteis, a vos, Señor, lo torno.
Todo es vuestro.
Disponed a vuestra voluntad.
Dadme vuestro amor y gracia,
Que esto me basta.
(San Ignacio de Loyola. En los ejercicios espirituales, Manresa, 1522 y Roma, 1544)
Consagración al corazón de Cristo:
Digamos esta oración de San Juan Eudes:
“Si yo tuviera, Señor, millones de vidas no podría pagarte tantos favores. Pero como tanto te debo y no tengo para pagarte ven Tú mismo y haz de mí lo que quieras y toma lo que tengo.
Te ofrezco las potencias de mi alma, los sentidos de mi cuerpo. Te doy mis sacrificios a tu amable voluntad para que hagas lo que más te agrade. No quiero ojos sino para mirar lo que Tú quieres que mire. Ni oídos sino para obedecer Tú santa Palabra. Que me arranquen la lengua sino te bendigo. Que estalle mi corazón en el pecho sino te ama. Que pierda la memoria si no es para pensar en ti. Que me falle la razón si no te conozco y te admiro. Que me corten las manos sino las empleo en tu servicio. No quiero pies sino para buscarte y seguirte. No quiero voluntad sino para querer lo que Tú quieras. Me abandono enteramente en tus manos, Dios mío, qué quieres mi bien más que yo mismo. Amén”.
Cantó final:
Amante Jesús mío, o cuánto te ofendí…
Sagrado Corazón de Jesús en vos confío