La Iglesia, nacida del Corazón de Cristo

Justo Collantes S.J.

Ex Corde scisso Ecclesia

Christo iugata nascitur

Estos dos preciosos versos tomados de himno que se leía en el antiguo Oficio de la fiesta del Corazón de Jesús, Contienen una visión profunda de la Iglesia. Una vez más, es la Liturgia la que nos introduce en lo más hondo del misterio cristiano, mediante un conocimiento que pudiéramos llamar por connaturalidad. Porque ella nos proporciona una vivencia de la realidad, como si dijéramos, en directo, sin la sequedad de la reflexión abstracta; y comunica la fruición indefinible de la vida, sin romper el hechizo de su belleza con la crítica descarnada del laboratorio teológico. De este modo la norma de la oración cristiana es también una excelente norma de fe.

Naturalmente, esto no quiere decir que se pueda prescindir de la crítica teológica. Por el contrario, esa crítica es necesaria, si se quiere evitar el riesgo de una falsa ilusión, o de un sentimentalismo deformado. El mismo san Pablo tuvo que subir a Jerusalén, movido por una revelación divina ( Gál 2,2 ), Para confrontar su evangelio con los Apóstoles y no exponerse a correr o haber corrido en vano. Pero el estudio científico, lejos de secar la vivencia de la fe, debe servir para fortalecerla, purificarla y arraigarla. Porque la fe no es un frío y abstracto conocimiento, sino un conocimiento hecho vida, que anima, dirige y compromete toda la existencia del hombre.

El tema del nacimiento de la Iglesia del Costado herido del Sr. Ha sido estudiado con cariño y competencia desde muy diversos puntos de vista. Pero es un tema tan fecundo y actual, que, si hoy lo abordamos una vez más, no creemos que carezca de interés.

De forma sencilla y somera recoger hemos los documentos del Magisterio universal de la Iglesia. Ello nos permitirá, por ahora, prescindir de los autores eclesiásticos que en ese mismo lapso de tiempo proponen la idea de la Iglesia nacida del Corazón de Jesús, con lo cual entroncamos directamente con los autores del IV, que estimamos de especial interés. Creemos que esta mirada de conjunto será una modesta contribución para un comentario espiritual a los dos versos del himno arriba mencionado.

       I.            Los documentos del Magisterio

Tres son los documentos mayores del Magisterio universal de la Iglesia que merecen una especial atención. Los dos primeros, por su carácter conciliar a nivel acto ecuménico. El tercero, por su venerable antigüedad.

  • El Concilio Vaticano II. La Constitución Sacrosantum Concilium(n.5) Recoge la enseñanza tradicional, con estas palabras: “Del Costado de Cristo dormido en la Cruz nació el sacramento admirable de la Iglesia entera “. La enseñanza del Concilio es un eco de lo que ya PíoXII había expresado en la encíclica Haurietis aquas: “Del corazón herido del Redentor nació la Iglesia, que había de administrar la sangre de la redención”; y trece años antes, en su encíclica Mystici Corporis: “Los Santos Padres observan que la Iglesia nació en la cruz, del Costado abierto del Salvador, como nueva Eva, madre de todos los vivientes”.

Como se ve, Pío XII toma como sinónimos el Costado y el Corazón y expresamente lo afirma en la encíclica Haurietis aquas : “ lo que aquí se escribe acerca del Costado de Cristo, herido y abierto por el soldado, debe decirse de su Corazón, que ciertamente alcanzó la lanza con su golpe, como quiera que el soldado agitó la lanza precisamente Para que constase con certeza la muerte de Jesucristo crucificado. Por lo cual, la herida del Sacratísimo Corazón de Jesús, ya muerto, es, en el rodar de los siglos, una viva imagen de la espontánea caridad con que Dios entregó a su Unigénito Para redimir a los hombres y con la que Cristo nos amó a todos tan vehementemente que se inmoló asimismo como víctima cruenta por nosotros en el Calvario: “Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros como víctima a Dios en fragancia de suavidad” (Ef 5,2).

Pío XII Distingue tres momentos en la constitución de la Iglesia: la preparación durante la vida pública del Señor; el nacimiento en la Cruz; y la manifestación mediante el envío del Espíritu Santo: “El divino Redentor comenzó la edificación del templo místico de la Iglesia cuando por medio de su predicación promulgó sus preceptos; La terminó cuando, glorificado, colgó en la Cruz; La manifestó, finalmente, y la promulgó cuando infundió de un modo visible su Espíritu en los discípulos”. Considera, pues, terminada la edificación de la Iglesia en la Cruz, aunque a este momento trascendental precedió una larga preparación durante la vida pública y siguió la manifestación, mediante el envío visible del Espíritu Santo. Son los tres mismos momentos que distinguió León XIII en 1897, aunque el primero sólo se indica a modo de inciso: “la Iglesia, que, ya concebida, había nacido del Costado del segundo Adán [que estaba] como dormido en la cruz, se manifestó, sobre todo, de un modo admirable en el celebérrimo día de Pentecostés”.

  • El Concilio de Vienne(1311 -1312). Como el Concilio Vaticano II, también el Concilio de Vienne, convocado por Clemente V, tuvo una finalidad de reformadora de la Iglesia, aunque mezclada con otras de tipo político y administrativo. En la tercera y última sesión, celebrada el 6 de mayor de 1312, se estudiaron, entre otras cosas, los errores antropológicos de Pedro de Olieu(Olivi), que había muerto 14 años antes. En efecto en la Constitución dogmática Fidei Catholicae ser recordaron las principales verdades cristológica que pertenecen a la fe y se definió solemnemente la unicidad del alma humana. En este contexto se inserta la afirmación que nos interesa, sobre el nacimiento de la Iglesia del Costado abierto de Jesús en la Cruz: “ Y [confesamos] que el verbo mismo de Dios no sólo quiso ser crucificado en esta naturaleza [humana]tomada para salvarnos a todos y morir en la Cruz, sino también, una vez exhalado su espíritu, sufrió que su Costado fuese perforado por la lanza, a fin de que, manando de allí olas de agua y sangre, se formase la única e inmaculada virgen, la Santa Madre Iglesia, esposa de Cristo, como del Costado del primer hombre adormecido se formó Eva para el matrimonio; para que así en nuestro novísimo Adán, esto es, Cristo, se verificase la realidad de la figura cierta del primer y viejo Adán que, según el apóstol es imagen del futuro”.
  • San León magno (440-481). La idea de que la Iglesia nació del sacrificio redentor de Cristo, y específicamente del Costado herido del Redentor, es tan antigua, que ella aparece por primera vez en un documento papal del siglo V. Nos referimos al Papa san León Magno, y más en concreto a su carta al clero y pueblo de Constantinopla. Esta carta tiene una especial importancia, no sólo por razón de los destinatarios, sino, sobre todo, por razón de las circunstancias en las que fue escrita: en un tiempo de gran agitación doctrinal en todo el Oriente, cuando en Constantinopla se levantaba como bandera de la ortodoxia la carta que el mismo san León había escrito al patriarca Flaviano el 13 de junio del 449, carta que dos años más tarde sería aclamada como regla de fe por el Concilio de calcedonia; tiempo por otro lado, en el que la reacción apasionada de los partidarios de Eutiques se desbordaba en lo que justamente fue llamado por el mismo papa san León el latrocinio de Efeso ; tiempo finalmente en el que se hacía necesario un nuevo concilio universal que pacificara los ánimos que restableciera la unidad de la fe, como lo hizo el concilio de Calcedonia (octubre del 451). En estas circunstancias escribe san León al clero y al pueblo de Constantinopla, sin que podamos precisar exactamente la fecha de la carta. Evidentemente se trata de una carta doctrinal en la que el Papa tiene conciencia de su papel de árbitro en las cuestiones de fe. En ella dice: “desde el origen mismo del humano linaje se anunció a todos los hombres que Cristo se encarnaría. Y en la carne, como se ha dicho: y serán dos en una sola carne, ciertamente son dos: Dios y hombre, Cristo y la Iglesia, la cual tuvo su origen de la carne del esposo cuando recibió el Sacramento de la redención y regeneración del Costado del crucificado, al fluir de sangre y agua”.

Resumiendo, pues, el magisterio de la Iglesia afirma:

1) Que le Iglesia entera nació del Costado o del Corazón herido del Salvador en la cruz.

2) Que nació como nueva Eva, esposa de Cristo, nuevo Adán.

3) Que nació como Inmaculada Virgen y Madre (concilio de Vienne), al recibir el sacramento de la redención y regeneración (San León, papa). para administrar la sangre de la redención (pío doce: Haurietis aquas). 4) Pío XII desarrolla además el simbolismo de la herida del Corazón, como “una viva imagen de la espontánea caridad con la que Dios entregó a su Unigénito para redimir a los hombres y con la que Cristo nos amó a todos tan vehementemente, que se inmoló asimismo como víctima cruenta por nosotros en el Calvario” (Haurietis aquas).