4.
La humildad es la virtud del Sagrado Corazon,
que no abate en nosotros su grandeza
sino a medida que nos encuentra aniquilados
en el amor de nuestra pequeñez. Él tendrá cuidado
de elevarnos a la unión consigo, tanto
cuanto la humildad nos aparte del afecto de
todo lo que puede llamar nuestra atención a las
criaturas.
Aprovechaos de todas las ocasiones de
humillaros que la divina Providencia os presente,
sin ocuparos en pensar en vosotros mismos;
pues esto no agrada al Sagrado Corazon.
6.
El demasiado reflexionar acerca de nosotros
mismos impide el efecto de los designios
de Dios sobre nosotros; por consiguiente, olvido
y silencio de nosotros mismos y de lo que nos
concierne.
¡Dios mío, qué gran tesoro es el amor de
nuestro abatimiento! ¡qué cosa no deberemos
hacer y padecer por tenerlo! El alma que de él
goza está en seguro, y nada puede faltarle porque
el Omnipotente se complace y descansa
en ella.
8.
En las visitas al Santísimo Sacramento
sea vuestra petición el amor de vuestro abatimiento
para honrar el aniquilamiento de un
Dios oculto y humillado por vuestro amor.
Caminad rectamente con paz y acción de
gracias por el camino de la humildad, si n preocuparos
de ver lo que hacéis, ni si adelantáis;
pero abandonaos ciegamente con fe y confianza
a los cuidados de la Providencia, sin retroceder
jamás.
10.
Dejaos llevar, y pensad muchas veces que
el niño no puede perecer entre los brazos de
un Padre omnipotente.