El objeto espiritual de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, ¿no encierra más que amor?
El objeto espiritual de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, no solamente encierra el amor de este Corazón adorable, sino que comprende también todas las maravillas divinas, cuyo centro es el Corazón de Jesús.
En efecto, dice la armada Joly: “El Corazón adorable de Jesucristo es un abismo de tesoros, de gracias y de gloria; no se puede examinar mucho tiempo sin descubrir en Él riquezas inmensas, sin encontrar cosas infinitas que adorar y amar, imitar y recibir.”
Estas son las inefables maravillas que, con el amor, constituyen el objeto espiritual de la devoción al sagrado corazón. Las principales son:
1ª. La vida interior y los afectos del alma de nuestro divino Salvador; tales como el amor, la alegría, la tristeza, el odio, dio gusto, el tedio, etc.
2ª. Las virtudes amigables que ofrece a nuestra imitación.
3ª. Los favores y las gracias que el Corazón de Jesús reservará a sus devotos seguidores.
“Limitémonos a enumerar aquí estos inefables bienes. Para examinarlos a fondo se necesitarían volúmenes enteros y después de todo, nada se habría dicho.”
I. Vida interior que hemos de estudiar especialmente:
“1º El culto de soberana adoración, de amor y de alabanzas infinitas; culto digno de Dios que Jesucristo rinde a su divino Padre.
2º Los sentimientos del corazón de Jesús, su ternura, sus deseos, su celo por la gloria de Dios, su Padre, y por la salvación de las almas.”
II. Virtudes del sagrado corazón de Jesús que hemos de imitar especialmente:
“Su humildad; su dulzura, aún respecto de sus enemigos; su obediencia; su sencillez; su pureza; su paciencia; su pobreza y desnudez; su amor a los desprecios y a los sufrimientos, etc.
Es necesario conformarnos con el Corazón de Jesús y penetrarnos de estos sentimientos, como exhorta San Pablo a los fieles: Hoc enim sentite in vobis quod et in Christo Jesu”.
III. Favores que hemos de recibir:
“El Corazón adorable de Jesús quiere que participen de sus riquezas inmensas aquellos que deseen tomar parte en sus dolores. Puesto que hemos de recibir todo de la plenitud de este divino Corazón, que es la fuente de la vida y de la gracia, vayamos a Él en nuestras necesidades. Ofrezcámosle nuestros corazones, vacíos de todos los afectos de la tierra, a fin de que el los colme de los suyos. Presentemos a menudo este Corazón adorable del Hijo único de Dios a su Padre, como suplemento de nuestra impotencia. Acordémonos de que en el Cielo “Dios es todas las cosas para sus Santos”, como dice San Pablo, y el Corazón amantísimo de nuestro Señor es, de la misma manera, todas las cosas en la tierra, para aquellos que le aman y adoran en espíritu y en verdad.
Recordemos sobre todo que siendo el Sagrado Corazón de Jesús la fuente del amor, su efecto principal es producir en aquellos que le honran la caridad, la paz y la unión; insinuarles sus sentimientos, imprimiendo en el fondo de su corazón el mandamiento de amor y de caridad para con el prójimo, que nos dio la víspera de su muerte, cuando dijo sus apóstoles, y en las personas de éstos a todos los fieles: Os doy un mandamiento nuevo, y es que os améis los unos a nosotros; en esto se conocerá que sois mis discípulos”
Tal es, en compendio, el cuadro de las maravillosas riquezas encerradas en lo que se llama objeto espiritual de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
Del libro “Reinado del Sagrado Corazón”