Del libro El Reinado del Corazón de Jesús (tomo3), escrito por un P. Oblato de María Inmaculada, Capellán de Montmartre. Publicado en Francia en 1897 y traducído por primera vez al Español en 1910.
El Sagrado Corazón sólo nos libra de las cruces, en el caso de que haya de servir eso para nuestra salvación y su gloria
En otro lugar veremos cómo nuestro Señor rehusó conceder a Santa Margarita María la curación del Padre de la Colombière, porque este Santo religioso daba más gloria al Sagrado Corazón con su sufrimiento, que le hubiera dado en estado de salud.
Habiendo sabido la sierva de Dios a fin del año de 1687 que estaba enferma la Madre de Soudilles, Superior de la Visitación de Moulins, le escribía:
“¡Que felicidad hay en sufrir aquí abajo! Sin embargo, no dejo de pedir al Sagrado Corazón de nuestro buen Maestro el restablecimiento de vuestra salud, dentro del cumplimiento de su voluntad, y de rogarle por vuestra conservación, puesto que tan útil os han hecho para su gloria.”
Habiendo caído enfermo gravemente Hermano de la Sierva de Dios, Jacobo Alacoque, obtuvo su curación con sus oraciones. No obstante, el Sagrado Corazón no concedió este favor sino con la expresa condición de que, como sacerdote que era, se entregara con mayor celo a su santificación y a la del prójimo. Prometiéndolo la Santa en nombre del enfermo, se lo comunicó con presteza.
“Me sirve de dulce consuelo, mi queridísimo hermano, le escribía, que la bondad del Sagrado Corazón de nuestro Señor Jesucristo se digna conciliar su voluntad con la que tenemos de conservaros todavía un poco aquí en la tierra; pero mirad, mi querido hermano, para conseguir que el Sagrado Corazón os dejé todavía algún tiempo vida, le he hecho algunas promesas, creyendo que vos no me desmentiríais, sino que las cumpliríais. De lo contrario, no podría volver a pedírselo, porque Dios no puede ser burlado. El querría hacer de vos un santo.
Le he prometido que así lo haríais en este lugar de miserias y de lágrimas, donde todo es vanidad y aflicción de espíritu fuera de amar y servir a Dios sólo. Éste es, mi queridísimo hermano, nuestro compromiso, sin contar lo que yo he hecho de mi parte. De aquí, pues, sencillísimamente a lo que os he obligado, con arreglo a la libertad que me habéis dado para ello y para cumplir lo que creo que nuestro Señor quiere de vos.
Si; su Corazón tiene tanta ternura para con vos, que quiere que os hagáis santo a cualquier costa, y para eso os deja todavía en el mundo. Esa enfermedad os la ha enviado para animaros y aceros acelerar el paso.”
Mediten los fieles, sobre todo los sacerdotes y las personas consagradas a Dios, las lecciones de la Santa a su hermano. Dice el Corazón de Jesús a todos sus siervos:
“Quiero hacer de vosotros santos, cueste lo que cueste; para ello nos dejo todavía en el mundo y os envió las enfermedades y las tribulaciones.“
En estas pocas páginas nos da la sierva de Dios la razón providencial de todos los trabajos. Ella nos los presenta, menos como castigos que como medios misericordiosos de que se sirve el amor del Sagrado Corazón para despertar nuestra indolencia espiritual. La Santa nos explica de este modo porque, entre los devotos siervos del Corazón de Jesús, unos obtienen por sus oraciones la curación de sus enfermedades, mientras que se niega a los demás; el Corazón de Jesús demuestra el mismo amor a los unos que a los otros. Él retira de este mundo aquellos a quienes sería peligrosa la prolongación de la vida, y a aquellos a quienes desea ya recompensar; y sana a los que deberán aprovecharse de ese tiempo de vida para gloria suya o para su santificación propia.