Del libro El Reinado del Corazón de Jesús(tomo 1), escrito por un P. Oblato de María Inmaculada, Capellán de Montmartre. Publicado en Francia en 1897 y traducida por primera vez al Español en 1910.
Establecer el reinado del Corazón de Jesús en las almas, en el hogar doméstico, en las naciones y en la Iglesia, es el fin de la devoción al Sagrado Corazón.
Nuestro Señor quiere reinar por su Corazón
En los adorables y eternos designios de la Providencia, todas las obras divinas tienen en el mundo esté solo fin: que reine nuestro Señor Jesucristo. Por el contrario, todos los esfuerzos del infierno no tienden más que a impedir el advenimiento de este reino y a arrastrar a los hombres a las filas de los ángeles rebeldes. La contraseña de los siervos de Jesucristo es la del Apóstol San Pablo: “Es necesario que reine”, y el grito de los enemigos de este divino Rey es: “No queremos que reine sobre nosotros.”
El combate sangriento que estos dos campos opuestos libran en este mundo, debe terminarse por el triunfo final de nuestro divino Salvador; triunfo tan cierto, que nuestro Señor le mira ya como tenido; “tened confianza, dice, he vencido al mundo.”
Sin embargo, la lucha emprendida por la causa del divino Rey, tiene alternativas de victorias y de derrotas parciales; pero cuando parece que los enemigos están a punto de prevalecer y que el ejército de los amigos flaquea, Dios, por algún medio providencial, reanima al combate y prepara la victoria, a la sombra del estandarte de Aquel que se llamaba “Rey de reyes y Señor de los que dominan.” Los medios sobrenaturales elegidos para este fin, ordinariamente son las devociones nuevas.
La devoción a la Cruz fue, durante quince siglos, el medio empleado por la Iglesia para atraer a los hombres a Jesucristo y mantenerlos al servicio de este adorable Rey. Por la Cruz, dada a Constantino como señal de victoria: La Iglesia conquistó el mundo; puede decirse que hasta el siglo dieciséis, nuestro Señor reinó por la Cruz. La Cruz ocupaba en todas partes el puesto de honor. Se la veía, no sólo sobre el pecho de los fieles y en cada hogar doméstico, sino que aparecía sobre todos los altares, sobre todos los edificios públicos y sobre todo los estandartes de todas las naciones.
Hacia el siglo dieciséis, cuando el protestantismo, el jansenismo, el filosofismo y las sociedades secretas habían debilitado entre los pueblos el sagrado prestigio de la Cruz, la deserción diezmó las filas de la milicia del divino Crucificado, y la indiferencia, como veneno mortal, se apoderó del corazón del pueblo cristiano. Para atraer hacia sí a los desertores y reanimar el fervor de sus servidores fieles, nuestro Señor presentó entonces al mundo, como nuevo medio de salvación, su Corazón Sagrado coronado por la Cruz. Mi divino Salvador, dice Santa Margarita, me dio a conocer que:
“Esta devoción era un último esfuerzo de su amor con el que quería favorecer a los cristianos en estos últimos tiempos, proponiéndoles a la vez un objeto y un medio, aptísimos para obligarlos a amarle y amarle sólidamente.”
Nuestro Señor quiere, por consiguiente, “en los últimos tiempos” reinar por su Corazón lleno de amor, como en los primeros reinó por su Cruz.
“El Sagrado Corazón quiere establecer su reino, escribe Santa Margarita, y me ha dicho: Reinaré.
¡Si! El Sagrado Corazón reinará, añade; reinará a pesar de sus enemigos. Reinará interiormente en los corazones, por el amor, y reinará exteriormente en la sociedad, por los homenajes públicos que le serán tributados.”
La devoción al Sagrado Corazón, en efecto, no está destinada solamente a ejercer su acción sobre los individuos, sino (y éste punto es aún muy poco comprendido) debe tener también influencia exterior en la regeneración de la sociedad civil y religiosa. Si el Corazón de Jesús quiere un reinado espiritual y religioso, también pide un reinado social. Pero ¿cuáles serán los caracteres de este reinado, cuáles sus leyes?
Caracteres del reinado del sagrado Corazón.
Cuando se quiere referir la historia de un gran rey, se proponen ante todo, estas preguntas: ¿Cuál ha sido el carácter general de su reinado? ¿Ha sido pacífico o belicoso? ¿Fuerte y poderoso o débil y vacilante? ¿Por qué conquistas y acontecimientos extraordinarios se ha señalado?
Estas mismas preguntas se presentan a nosotros, respecto al reinado del Sagrado Corazón de Jesús, no para decir, sin embargo, lo que ha sido en el pasado, sino para ver lo que será en el futuro. Porque, efectivamente, la historia y caracteres de su reinado en lo futuro es lo que nuestro Señor dio a conocer a Santa Margarita María. El Sagrado Corazón le reveló, que su reinado sería combatido y atacado; pero que este reinado llegaría ciertamente, que sería universal, que se establecería, no por los esfuerzos violentos del poder humano y por el rigor de la justicia divina, sino por la dulzura y la fuerza de su amor .
1.El reinado del Sagrado Corazón ha de ser combatido y atacado
“Satanás está rabioso, escribe Santa Margarita, al ver, que por el medio saludable de la amable devoción al Sagrado Corazón perderá (vera que se le escapan) muchas almas que él creía haya poseer. Así que ha amenazado con que pondrá obstáculos en todo lo que yo emprenda y que procurará dañarme en todo.
No puedo decir más, sino que tenemos que resolvernos a resistir generosamente a todas las dificultades y borrascas de Satanás, y no turbarnos por todas las contradicciones que encontremos al procurar establecer el reinado de este amable Corazón. Cualesquiera que sean, no desistamos ni nos casemos de ningún modo. Este divino Corazón se servirá de esas contradicciones como de sólido fundamento para establecer su reinado; porque en esta gloriosa y santa empresa, las cruces y las oposiciones son una de las señales más inefables y seguras de que la cosa viene de Dios, Y de que será muy glorificado por el reinado del Sagrado Corazón de su divino Hijo.
Tengamos, pues, a gran dicha que se aumente nuestro trabajo y nos procure algunas humillaciones y mortificaciones; estas serán las verdaderas señales de que el Sagrado Corazón lo aprueba. En cuanto a mí, cuanto más dificultades veo, cuanto más penas, calumnias y dolores encuentro, me siento más valerosa y animada a proseguir, y más esperanza tengo, pensando que Dios será glorificado, y que todo resultará para gloria de este amable Corazón y salvación de muchas almas, puesto que sus obras no se realizan sino entre contradicciones.”
2.El reinado del Sagrado Corazón es cierto y seguro
“Cuando Satanás suscitaba contra el reinado del Corazón de Jesús contradicciones y oposiciones, añade Santa Margarita, no sabía a quién dirigirme en mi afición, sino a la bondad de este amable Salvador, el cual levantaba y sostenía mi ánimo abatido, alentándome con estas amorosas palabras:
Déjales hacer, ¿Qué temes, pues estoy contigo? No temas nada; reinaré a pesar de Satanás y sus secuaces; yo me opondré a todos los que quieran oponerse.
Estas palabras, que me decía muchas veces, me daban tanto consuelo y esperanza, tanta confianza y seguridad tan inquebrantable de que la cosa se haría, que cuando más me quitaba los medios en que me apoyaba prohibiéndome el hablar de esta devoción, más confiaba y esperaba que Dios, fiel a sus promesas, la acabaría por si antes de dejarla imperfecta, porque siempre prometió a su indigna esclava:
Que tendría cuidado de proporcionarle todos los medios necesarios para el cumplimiento de sus designios y que no permitiría le faltase algo.
Lo que siempre ha cumplido aún más allá de sus promesas. Esto me hizo un día presentarle mis humildes súplicas sobre todas las cosas que parecían difíciles de obtener. Le dije con confianza: ¡Oh, mi amable Salvador! ¿Cuándo llegará tan feliz momento? Entretanto os remito el cuidado de defender vuestra causa, mientras yo sufro en silencio. Entendí entonces estas palabras:
¿Crees tú que puedo hacerlo? Si lo crees, veras el poder de mi Corazón en la magnificencia de mi amor.
A medida que iba viendo el feliz progreso de este reinado, oía estas palabras:
¿No te he dicho que si tú podías creer verías cumplirse tus deseos? El cielo y la tierra pasarán antes que mis palabras queden sin efecto.
El adorable Corazón de Jesús, pues, se dará a conocer y establecerá su imperio a despecho del infierno. ¡Reinará este amable Corazón entre las espinas y a pesar de las contradicciones! me dijo:
Reinaré a despecho de Satanás y de todos los que Satanás suscite para oponerse a ello y Satanás quedará confundido con sus aliados.
Este divino corazón me dio a entender:
Que aguardaba a todos los que quisieran oponerse a su reinado, y que reinaría a pesar de todos sus enemigos y sus oposiciones.
¡Si, reinará este divino Corazón! Esta palabra me transporta de alegría y es todo mi consuelo. Pero ahora es tiempo de obrar y sufrir en silencio, como hizo este Sagrado Corazón por amor nuestro.
¡Valor, pues! No desistamos de nuestros buenos planes, a pesar de todas las dificultades; resistamos animosamente a todas estas pequeñas contradicciones, porque al fin saldremos con nuestra empresa. Sí, creo que el Sagrado Corazón de nuestro Señor para que resulten ciertas las palabras que dice de continuo al oído del corazón de su indigna esclava:
¡Reinaré a pesar de mis enemigos!
¡Que dichosos son aquellos de quienes se sirva para establecer su reinado! ¡Bienaventuradas las almas empleadas en tan gloriosa empresa!
No nos espantemos por las contradicciones y oposiciones que suscita el demonio; pues estamos ciertos que el Soberano de nuestras almas sostendrá Él mismo su obra, y que será más poderoso para defenderla que sus amigos para atacarla.”
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El reinado del Sagrado Corazón ha de ser universal
Este divino Corazón quiere reinar en el mundo entero, porque todas las naciones le han sido dadas en herencia.
“El adorable Corazón de Jesús quiere fundar en todos los corazones el reino de su puro amor, dice Santa Margarita, arruinando y destruyendo el imperio de Satanás. Me hizo ver:
La devoción a este divino Corazón como un hermoso árbol que había destinado, desde toda la eternidad, para que tuviera su germen y sus raíces en medio de nuestro Instituto y extender después sus ramas en las casas que le componen, pero quiere que las Hijas de la Visitación distribuya los frutos de este árbol sagrado con abundancia a todos aquellos que deseen comernos, sin temor de que falten; porque Él pretende por este medio devolver la vida a las almas, apartándolas del camino de perdición. Su amor no dejará perecer a ninguna de aquellas que el estén consagradas.
Esto es lo que dio a entender a su indigna esclava. ¡Que se incline todo ante Él! ¡Que todo se le someta, que todo obedezca a su divino amor; este es el más apremiante deseo que me ha dado este adorable Corazón!
¡Si, este divino Corazón reinará! Mas ¿Por qué medios establecerá su imperio?
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El sagrado Corazón reinará por la dulzura y la fuerza de su amor
Se puede aplicar a la devoción al Corazón de Jesús lo que se dice de la divina Sabiduría. Llega fuertemente a sus fines, pero por medios llenos de dulzura.
“Estoy convencida, escribe Santa Margarita, que el Sagrado Corazón quiere establecer su reinado por la dulzura y la suavidad de su amor y no por los rigores de la justicia. La devoción de este Sagrado Corazón no quiere ser forzada.
Este divino Corazón es todo dulzura, humildad y paciencia; por esta razón quiere insinuarse en los corazones, por la unción de su caridad, a la manera del aceite o bálsamo precioso, el olor y masa se extienden suavemente.
Es menester, por tanto, que todo se haga dulce y suavemente, aunque con energía y diligencia, según los medios que Él nos proporcione. Tenemos indudablemente que proseguir la obra de Dios, sin desistir ni cansarnos por cualquiera obstáculo o contradicción con que se pueda tropezar; pues este divino Corazón es bastante fuerte para vencerlo y bastante poderoso para confundir a sus enemigos; pero hay que esperar con paciencia, porque este adorable Corazón sabrá hacer en cada cosa a su tiempo. Su gracia trabaja dulce y suavemente, aunque con energía y eficacia.
Como yo representara a mi divino Maestro como imposible, por mi parte, el negocio, y que yo era más apta para poner obstáculos que para realizar este plan, me dijo:
Que no sabía yo que, siendo todopoderoso, podía Él hacer todo lo que quisiera, y que no quería en esto servirse de poder humano, sino de la suavidad de su amor.
En esta devoción basta, pues, hacer lo que el Sagrado Corazón nos inspire que está en nuestro poder. Según esto, después de haber arrojado la simiente, hay que dejar obrar a la gracia de este divino Corazón, el cual tendrá cuidado de cultivarla y hacer que fructifique por la unción amorosa de su ardiente caridad, que quiere dar a conocer mediante esto a los que ha predestinado para ser sus verdaderos amigos.”