Para completar las enseñanzas de Santa Margarita sobre la sumisión a la voluntad divina, es preciso decir algo de los incomparables frutos de esta planta celestial, que a pesar de los desvelos del divino jardinero, encuentra tantos obstáculos a aclimatarse en estas frías regiones de la tierra.
El primer fruto de la conformidad con la voluntad divina es la gloria que resulta a Dios. En efecto; ¿no es gloria sino para un padre tener hijos dóciles, y para un rey ver ejecutadas puntualmente sus órdenes?
Escribía la Santa a una de sus hermanas que la había pedido rogara por una empresa:
“Nuestro Señor será tanto más glorificado en lo que vuestra caridad me dice que recomiende al divino Maestro, cuánto por esa causa tengáis de sumisión y abandono en su divina voluntad”
La segunda ventaja consiste en que el alma encuentra en esta conformidad la verdadera felicidad y la realización de todos sus deseos.
“En verdad, dice la Santa, me parece que toda la felicidad de un alma consiste en conformarse con la santísima y adorable voluntad de Dios. Aquí es donde nuestro corazón encuentra la paz y nuestro espíritu la alegría y descanso, puesto que aquel que se une a Dios, forma un mismo espíritu con Él. Y creo que éste es el verdadero medio de hacer nuestra voluntad, porque la amorosa bondad de Dios se complace en contentar a aquel en quien no encuentra resistencia. Y al revés, hace sean contrarias todas las cosas a aquellos que le resisten; cierra el oído a sus súplicas, los mira sin compasión, y su Corazón se hace insensible a sus necesidades. Pero si somos fieles en hacer la voluntad de Dios en el tiempo, la nuestra se cumplirá durante toda la eternidad.”
El tercer fruto de esta conformidad santa, es la absoluta seguridad que nos procura, porque el abandono completo de nosotros mismos en las manos de Dios, es el medio infalible de asegurar la divina protección.
“Olvidaos de vos mismo, escribe la Santa, y abandonaos a Dios, sin inquietaros ni abatiros. El amabilísimo Corazón de Jesús pensará en vos, no os rechazará jamás, mientras le estéis sumiso en todos los estados que Él os ponga. Este divino Corazón tendrá cuidado de vos, según la medida de vuestra confianza y abandono en su amor.”
La cuarta ventaja de la conformidad es que ésta es la senda más corta para llegar a la perfección, porque Jesús se encarga de santificar Él mismo a las almas que se abandonan a Él.
“No tengamos, pues, reservas con ÉL, dice la Santa; entreguémosle todo lo que somos, sin preocuparnos de lo venidero, y sin reflexionar sobre nosotros mismos, ni sobre nuestra incapacidad. Él cuidará de proveer a todo, con tal que nosotros le dejemos obrar.”
Del libro El Reinado del Corazón de Jesús (tomo3), escrito por un P. Oblato de María Inmaculada, Capellán de Montmartre. Publicado en Francia en 1897 y traducido por primera vez al Español en 1910.