Vida y obras de Santa Margarita Mª de Alacoque(LVII)

Sagrado Corazón de Jesús y santa margarita María de Alacoque

ORACIONES

Son éstas las primeras oraciones dirigidas al Divino Corazón después de la gran Revelación de Paray y las primeras manifestaciones de la grandiosa devoción, tal cual Nuestro Señor la había enseñado a su «muy amada discípula»

I

Acto de desagravio

Divino Corazón de Jesús, fuente inagotable de amor y de bondad: ¡ah!, cuánto me pesa haberos olvidado tanto y amado tan poco. ¡Oh Sagrado Corazón!, Vos merecéis los afectos y el amor de todos los corazones que habéis querido, amado y favorecido infinitamente y no recibís en cambio sino ingratitudes y frialdades, sobre todo, de mi corazón, que merece con justicia vuestra indignación. Pero como sois un Corazón de amor, también sois un Corazón de bondad, de la que quiero prevalerme para conseguir mi reconciliación y mi perdón.

¡Ay Divino Corazón!, con verdadero dolor me veo convicta y confesa de tanta bajeza, y considero el injusto proceder de mi mal corazón, que os ha robado tan indignamente el amor que os debía, para aplicárselo a sí misma o a cualquier otro mezquino entretenimiento. ¡Ah dulcísimo Corazón!, si el dolor y la vergüenza de un corazón que reconoce su error puede satisfaceros, perdonad a mi corazón; pues ése es el estado a que se ve reducido por su infidelidad y el poco cuidado que he tenido en agradaros con su amor. ¡Oh Sagrado Corazón! ¡Ay!, ¿qué otra cosa podría esperar, sino el odio y el castigo, si no confiara en vuestra misericordia? ¡Ay Corazón de mi Dios, Corazón Santísimo, Corazón a quien únicamente pertenece perdonar a los pecadores!: perdonad, si os place, a este pobre y miserable corazón. Todas sus potencias se reúnen para ofreceros con toda humildad este acto de desagravio y honrosa reparación de sus extravíos y del desordenado empleo de sus afectos.

¡Ay!, ¡cómo os he podido rehusar mi amor, yo, que tan obligada estoy a haceros su único poseedor! Y os lo he negado, sin embargo. Pero cuánto me pesa de haberme alejado así de Vos, de vuestro amor y del manantial de todo bien y, en fin, del Corazón de mi Jesús, que sin tener necesidad de mí, me había buscado y amado primero. ¡Oh Corazón adorable!, ¿cómo ha podido trataros así mi corazón; mi corazón, digo, que depende exclusivamente de vuestro amor y de vuestros beneficios; mi corazón, que si se viera privado un momento de aquél o de éstos caería en seguida en la más completa miseria o en la misma nada? ¡Ay!, cuán obligada estoy a vuestras bondades, oh bondadoso Corazón, por haber tolerado tanto tiempo mis ingratitudes. ¡Ah!, ¡qué a propósito vienen vuestras misericordias, para perdonar a este pobre e inconstante corazón!

¡Oh Corazón de mi Jesús!, ahora es cuando os entrego y os doy todo mi amor con su mismo manantial, que es mi corazón; y os doy el uno y el otro irrevocablemente, aunque con gran confusión, por haberos rehusado tanto tiempo vuestros propios bienes. ¡Ay Corazón divino!, me habéis querido dar un testimonio de vuestro inmenso amor, haciéndome capaz de obligaros por el mío; y yo ¡me he aprovechado tan mal de tan buena ocasión, para merecer vuestras gracias! ¡Ah!, ¡qué confundida estoy! ¡Ay Corazón de mi Jesús!, reformad mi infiel corazón. Haced que en adelántese ligue a vuestro amor con su amor y que se acerque a Vos, en lo porvenir, tanto como se ha alejado en el tiempo pasado, y así como Vos habéis sido su Creador, sed también un día, os lo suplico, su glorificador.

II

Treinta y tres salutaciones al Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo

Yo os saludo, Corazón de mi Jesús; salvadme.

Yo os saludo, Corazón de mi Creador; perfeccionadme. Yo os saludo, Corazón de mi Salvador; libradme.

Yo os saludo, Corazón de mi Juez; perdonadme. Yo os saludo, Corazón de mi Padre; gobernadme. Yo os saludo, Corazón de mi Esposo; amadme.

Yo os saludo, Corazón de mi Maestro; enseñadme. Yo os saludo, Corazón de mi Rey; coronadme.

Yo os saludo, Corazón de mi Bienhechor; enriquecedme. Yo os saludo, Corazón de mi Pastor; guardadme.

Yo os saludo, Corazón de mi Amigo; acariciadme. Yo os saludo, Corazón de mi Jesús niño; atraedme.

Yo os saludo, Corazón de Jesús, muriendo en la Cruz; pagad por mí. Yo os saludo, Corazón de Jesús, en todos vuestros estados; daos a mí. Yo os saludo, Corazón de mi Hermano; quedaos conmigo.

Yo os saludo, Corazón de incomparable bondad; perdonadme. Yo os saludo, Corazón magnífico; brillad en mí.

Yo os saludo, Corazón todo amable; abrazadme. Yo os saludo, Corazón caritativo; obrad en mí.

Yo os saludo, Corazón misericordioso; responded por mí. Yo os saludo, Corazón humildísimo; descansad en mí.

Yo os saludo, Corazón pacientísimo; toleradme.

Yo os saludo, Corazón admirable y dignísimo; bendecidme. Yo os saludo, Corazón pacífico; calmadme.

Yo os saludo, Corazón deseable y hermosísimo; arrebatadme. Yo os saludo, Corazón ilustre y perfecto; ennoblecedme.

Yo os saludo, Corazón sagrado, bálsamo precioso; conservadme. Yo os saludo, Corazón santísimo y provechoso; mejoradme.

Yo os saludo, Corazón bendito, médico y remedio de nuestros males; curadme. Yo os saludo, Corazón de Jesús, alivio de los afligidos; consoladme.

Yo os saludo, Corazón amantísimo, horno ardiente; consumidme. Yo os saludo, Corazón de Jesús, modelo de perfección; iluminadme.

Yo os saludo, Corazón divino, origen de toda felicidad; fortalecedme. Yo os saludo, Corazón de las bendiciones eternas; llamadme.

III

Consagración al Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo

(Compuesta en favor de sus novicias)

¡Oh Señor Jesús!, santo y dulce amor de nuestras almas, que habéis prometido encontraros allí donde se encuentren dos o tres reunidos en vuestro nombre y quedaros en medio de ellos: he aquí, ¡oh divino y muy amable Jesús!, nuestros corazones unidos con el fin de adorar, alabar y amar, bendecir y complacer a vuestro santísimo y sagrado Corazón. A Él dedicamos y consagramos de común acuerdo los nuestros en el tiempo y en la eternidad; renunciamos para siempre a todos los amores y afectos que no se encuentran en el amor y afecto de vuestro Corazón adorable y deseamos que todos los deseos, anhelos y aspiraciones de los nuestros estén siempre conformes al beneplácito del vuestro, al cual deseamos contentar cuanto podamos.

Pero como no podemos hacer nada bueno por nosotros mismos, os suplicamos,

¡oh adorabilísimo Jesús!, por la infinita bondad y dulzura de vuestro Sacratísimo Corazón, que sostengáis los nuestros y los confirméis en esta resolución que, movidos por Vos, han formado para mejor amaros y serviros. Que no haya nada jamás capaz de separarnos y desunirnos de Vos, sino que seamos fieles y constantes en esta resolución. Queremos a este fin sacrificar al amor de vuestro Sagrado Corazón todo lo que pueda traer vanos placeres a los nuestros y distraerlos inútilmente con las cosas de este mundo, en donde confesamos que todo es vanidad y aflicción de espíritu, fuera de amaros y serviros únicamente a Vos, mi divino y muy amable Señor y Salvador Jesucristo. Seáis eternamente bendito, amado y glorificado.

IV

A la Santísima Virgen

¡Oh santísima, amabilísima y gloriosísima Virgen, Madre de Dios!, nuestra querida Madre, Señora y Abogada, a la cual estamos todas dedicadas y consagradas, teniendo a mucha gloria perteneceros en calidad de hijas, siervas y esclavas, en el tiempo y en la eternidad. Henos aquí postradas de común acuerdo a vuestros pies para renovar los votos de nuestra fidelidad y esclavitud para con Vos y rogaros que, como cosa vuestra que somos, nos ofrezcáis, dediquéis, consagréis e inmoléis al Sagrado Corazón del adorable Jesús; a nosotras y todo cuanto somos, todo lo que hagamos y padezcamos, sin reservarnos nada. No queremos otra libertad que la de amarle, ni otra gloria que la de pertenecerle en calidad de esclavas y de víctimas de su puro amor, ni más voluntad y poder que complacerle en todo (aunque sea) a expensas de nuestra vida.

Y puesto que tenéis dominio absoluto sobre este amable Corazón, haced, ¡oh nuestra caritativa Madre!, que reciba Él y acepte esta consagración que hoy le hacemos en vuestra presencia y por vuestro medio. Protestamos que le seremos siempre fieles, sostenidas con su gracia y vuestra ayuda, que os suplicamos no nos neguéis jamás.

¡Oh dulce esperanza nuestra!, hacednos sentir vuestro poder para con este amable Corazón de Jesús y emplead vuestra influencia para que nos permita habitar en Él para siempre. Rogadle que ejerza su soberano imperio sobre nuestras almas y haga reinar en nuestros corazones su amor, a fin de que nos consuma y transforme en Él completamente. Sea Él nuestro Padre, nuestro Esposo, nuestra defensa, nuestro tesoro, nuestras delicias, nuestro amor y nuestro todo en todas las cosas; destruya y anonade todo cuanto de amor propio se esconda en nosotras mismas, para poner en su lugar todo lo que sea enteramente suyo, para que podamos serle agradables. Sea Él el sostén de nuestra impotencia, la fuerza de nuestra debilidad y la alegría de todas nuestras tristezas.

¡Oh Sagrados Corazones de Jesús y de María!, reparad todas las faltas de los nuestros; suplid todo lo que nos falta; abrasad nuestros corazones en vuestros santos ardores; consumid todas las frialdades y cobardías que en vuestro amor y servicio cometemos, puesto que queremos hacer consistir toda nuestra dicha y felicidad en vivir y morir en calidad de esclavas del adorable Corazón de Jesús, y de hijas y siervas de su santa Madre.