Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN PREPARATORIA
Ven, Espíritu Santo, inflama nuestro corazón en las ansias redentoras del Corazón de Cristo, para que ofrezcamos de veras nuestras personas y obras, en unión con Él, por la Redención del mundo. ¡Señor mío y Dios mío Jesucristo!, por el Corazón Inmaculado de María me consagro a tu Corazón y me ofrezco contigo al Padre en tu santo Sacrificio del Altar, con mi oración y mi trabajo, sufrimientos y alegrías de hoy, en reparación de nuestros pecados y para que venga a nosotros tu Reino. Te pido en especial por el Papa y sus intenciones, por nuestro Obispo y sus intenciones, por nuestro Párroco y sus intenciones.
Breve reflexión.
Cuando Pedro y Juan se asomaron al sepulcro vacío, el discípulo amado “vio y creyó” (Jn 20 3-8). Nos asomamos este quinto día de novena a las puertas de Tú Sagrado Corazón ¡Ábrenos las puertas de Tú Corazón una vez más! Jesús, tan humano y tan divino. Tan humano que te quedaste tres días en el templo sin avisar a tus padres, “porque estabas en las cosas de Tu Padre”. Tan divino, porque de esa forma misteriosa abriste aún más los ojos de la Fe a José y a María, ellos, al asomarse a Tu Templo y encontrarte allí y, escucharte… Se les debió abrir los ojos y oídos interiores para ver y descubrir ¡A la Trinidad misma! Quizá por eso: “Maria meditaba y guardaba todo en su corazón”. Tu Corazón, ya desde Niño nos enseña la obediencia interior, esa que va más allá del propio estado de vida; esa obediencia dócil, discreta y humilde que busca solamente agradar al Padre, -“Porque tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará”-. Esa obediencia positiva que nace por amor, para amar y desde el amor. La obediencia sujeta y sometida llanamente al depósito de la Fe recibida. La obediencia que Tú nos muestras es muy amable a los ojos de Dios, quizá incomprensible a los ojos humanos. La obediencia del detalle; la obediencia del corazón paciente; la obediencia del corazón que no busca imponerse; la obediencia del corazón abierto a otras posibilidades y perspectivas. La obediencia del corazón reparador, sensible a tus dolores y a nuestro pecado. La obediencia que escucha a Tú Corazón y a su conciencia. Porque Dios, Tú Padre, Nuestro Padre, siempre renueva y nos regenera con su novedad inspiradora.
De las Invocaciones al Corazón de Jesús:
Obediencia del Corazón de Jesús ¡Somete mi corazón! Ayúdanos como a María a sumirnos en Tú Corazón y desear abandonarnos a tus designios tan personales sobre cada uno:
Amar a Jesús como María, Dios en Ella y Ella en Dios,
Sin más seña de identidad que su fe.
Sin más norma ni ley que el amor.
La norma sin amor… mera tradición.
La Madre de Dios entre los hombres paseaba,
Nadie… de Ella se admiraba. Solo Dios, solo Dios.
Oración final.
Al Padre eterno. ¡Oh Padre Eterno! Por medio del Corazón de Jesús, mi vida, mi verdad y
mi camino, llego a Vuestra Majestad; por medio de este adorable Corazón, os adoro por todos los hombres
que no os adoran; os amo por todos los que no os aman; os conozco por todos los que, voluntariamente
ciegos, no quieren conoceros. Por este divinísimo Corazón deseo satisfacer a Vuestra Majestad todas las
obligaciones que os tienen todos los hombres; os ofrezco todas las almas redimidas con la preciosa sangre
de vuestro divino Hijo, y os pido humildemente la conversión de todas por el mismo suavísimo Corazón.
No permitáis que sea por más tiempo ignorado de ellas mi amado Jesús; haced que vivan por Jesús, que
murió por todas. Presento también a Vuestra Majestad, sobre este santísimo Corazón, a vuestros siervos,
mis amigos, y os pido los llenéis de su espíritu, para que, siendo su protector el mismo deífico Corazón,
merezcan estar con vos eternamente. Amén. Hacer aquí la petición que se desea obtener con esta novena-
Tres Padrenuestros y Avemarías.