DÍA 20
V/ En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
R/ Amén.
V/ El Señor esté con vosotros.
R/ Y con tu espíritu.
Invocaciones al Sagrado Corazón de Jesús
V/ Corazón de Jesús, Verbo de Dios hecho carne.
R/ Que nuestra palabra te confiese, te anuncie y te alabe.
V/ Corazón de Jesús, Cordero manso de Dios.
R/ Que te sigamos donde quiera que vayas.
V/ Corazón de Jesús, lagar del Vino nuevo que alegra el corazón del hombre.
R/ Con María te decimos: ¡No tienen vino!
V/ Sagrado Corazón de Jesús.
R/ En ti confío.
R/ ¡Corazón de Jesús, Tesoro de ternura, Tú eres mi dicha, mi única esperanza!*58
*58 Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz
Oración
¡Oh Dios!, que en el Corazón de tu Hijo, herido por nuestros pecados has depositado infinitos tesoros de caridad; te pedimos que, al rendirle el homenaje de nuestro amor, le ofrezcamos una cumplida reparación. Por Jesucristo nuestro Señor.
R/ Amén.
Lectura bíblica: Sal 40, 7-9
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios; entonces yo digo: «Aquí estoy –como está escrito en mi libro- para hacer tu voluntad. Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas»
Meditación: Expiar nuestros pecados
Pecadores como somos todos, abrumados de muchas culpas, no hemos de limitarnos a honrar a nuestro Dios con sólo aquel culto con que adoramos y damos los obsequios debidos a su Majestad suprema, o reconocemos suplicantes su absoluto dominio, o alabamos con acciones de gracias su largueza infinita; sino que, además de esto, es necesario satisfacer a Dios, juez justísimo, «por nuestros innumerables pecados, ofensas y negligencias». A la consagración, pues, con que nos ofrecemos a Dios, con aquella santidad y firmeza que, como dice el Angélico, son propias de la consagración, ha de añadirse la expiación con que totalmente se extingan los pecados, no sea que la santidad de la justicia divina rechace nuestra indignidad impudente, y repulse nuestra ofrenda, siéndole ingrata, en vez de aceptarla como agradable.
[…] Pero ninguna fuerza creada era suficiente para expiar los crímenes de los hombres si el Hijo de Dios no hubiese tomado la humana naturaleza para repararla. Así lo anunció el mismo Salvador de los hombres por los labios del sagrado Salmista: «Hostia y oblación no quisiste; mas me apropiaste cuerpo. Holocaustos por el pecado no te agradaron; entonces dije: heme aquí». Y «ciertamente El llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores; herido fue por nuestras iniquidades»; y «llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero»; «borrando la cédula del decreto que nos era contrario, quitándole de en medio y enclavándole en la cruz», «para que, muertos al pecado, vivamos a la justicia».*59*59 PÍO XI, Carta-Encíclica Miserentissimus Redemptor, n. 6
Acto de confianza
R/ ¡Oh Corazón de Jesús! Pongo toda mi confianza en Ti. De mi debilidad todo lo temo, pero todo lo espero de tu bondad A tu Corazón confío que proveas a nuestra diócesis y a toda la iglesia universal de muchos y santos sacerdotes (u otra petición que se desee). Míralo todo y después haz lo que tu Corazón te diga, deja obrar a tu Corazón. ¡Jesús mío, yo cuento contigo, yo me fío de ti, yo descanso en ti, yo estoy seguro en ti!
V/ Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad.
R/ Ten misericordia de nosotros.
V/ Jesús, manso y humilde de Corazón.
R/ Haz nuestro corazón semejante al tuyo.